XINING, 23 mar (Xinhua) --A Wang Jiangqing le gusta mucho la comida grasienta pero durante la jornada laboral no le permiten darse a la fritura, así que tiene que contenerse.
Wang trabaja en el Observatorio Global de Referencia en Investigación Ambiental de China, situado en la montaña de Waliguan de la provincia de Qinghai, en el noroeste de China. Es uno de los 31 observatorios globales de base establecidos por la Organización Meteorológica Mundial .
Localizado a 3.816 metros sobre el nivel del mar en el altiplano de Qinghai-Tibet, el observatorio fue construido hace 23 años atrás para vigilar el ozono y las emisiones de gases de efecto invernadero.
En la cocina de la estación hay un respiradero que extrae el humo hacia una salida situada tres kilómetros ladera abajo. "La mayoría de la comida es precocinada y nada más las calentamos", indica Wang.
Freír está prohibido porque causa demasiado humo, lo que afectaría a la recolección de datos de la estación, explica Wang.
"Sobre todo comemos jiaozi (empanadillas), arroz y fideos", relata.
Veinte personas trabajan en la estación. "Se necesitan por lo menos 10 para recoger datos y mantener el funcionamiento de los equipos. Trabajamos por turnos y cambiamos cada 10 días." revela Ji Jun, un monitor meteorológico.
Cinco de los empleados han participado en expediciones a la Antártida.
"De noviembre a abril sopla viento de Waliguan, muy similar al de la Antártida, que hace muy difícil caminar contra el viento desde la sala de estar para ir a los equipos de monitoreo de datos", señala Ji.
Cada semana, los empleados recogen ocho botellas de unos 1.800 mililitros, de las cuales dos serán empaquetadas y enviadas a Estados Unidos y el resto a la Administración Meteorológica de China para su estudio.
"Estos datos han marcado la contribución de China al desarrollo de la ciencia atmósfera y son la base factual para el estudio de cómo las emisiones de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono afectan al calentamiento global", apunta Zhang Guoqing, director del observatorio.
Con el fin de recolectar muestras de aire, Wang Jiangqiong toma una botella, la pone en el suelo, aprieta un interruptor y sale corriendo.
"Tengo que contener el aliento para que la botella no lo succione" indicó él.
Además del dióxido de carbono, la estación observa los niveles de ozono, precipitaciones y sustancias radioactivas. Cada día se reúnen más de 60.000 muestras de datos.
"Tenemos los mejores equipos y algunos de ellos son muy similares a los que se emplean en los viajes de exploración antártica," indica Zhang.
Zhang también añade que cada año emplean los datos para comprobar los cambios del nivel de dióxido de carbono". Las curvas de cambio que trazamos son casi idénticas a las que obtiene La Administración de la Atmósfera en Estados Unidos en el observatorio de Mauna Loa de Hawai, añade.
El sitio fue elegido por sus medio ambiente inmaculado, a salvo de la contaminación industrial y a una distancia razonable de la capital de la provincia, Xining, explica.
Pero la estación se enfrenta al reto inmediato que representa la columna de humo que generan los residentes locales tibetanos que queman cosechas a modo de ofrenda. "El penacho queda a sólo 200 metros del observatorio y temo que afecte a los datos que se recojan", advierte.
"Necesitamos asegurarnos de que el trabajo de monitorio no sea afectado y que obtenemos datos fiables, pero también tenemos que respetar las actividades religiosas. Hemos pedido ayuda al gobierno local", cuenta Zhang.