Un minikaraoke en Guangzhou, capital de la provincia de Guangdong, 27 de febrero del 2017. [Foto:VCG]
El placer de "estar juntos" en la distancia, compartiendo el canto a través de las redes sociales, es otra de las razones del inusitado fervor que despiertan los nuevos minikaraokes.
"La mayoría de los mini KTVs te permiten grabarte y compartir la grabación en WeChat y obtener un montón de " me gusta" y tener público, explica el aficionado Guo Hanyu, residente en Shenyang, provincia de Liaoning.
Liu Wei, profesor de la Universidad Jilin, destacó que -a nivel psicológico- los minikaraoke le entregan el control al usuario, lo que hace del proceso una experiencia "mucho más divertida e íntimo".
Los nuevos minikaraokes han atraído a muchos inversionistas. Comprar una cabina oscila entre los 10.000 y 30.000 renmimbi. Si una máquina funciona 12 horas diarias, cobrando 60 renmimbi por hora, el costo se puede recuperar en algo más de un mes. Además de los costos del equipamiento, los operadores también tienen que pagar tesas a los propietarios de los lugares donde las cabinas estén ubicadas.
Hasta hoy, funcionan alrededor de 20.000 minikaraokes en varias ciudades chinas.
"A la hora pico, los clientes tienen que esperar en línea para reservar", precisó un miembro del personal de un centro comercial de Changchun. "Los usuarios casi todos son jóvenes. Las máquinas se higienizan a diario".
El gobierno ha tomado en serio la popularidad de los minikaraokes. En una circular emitida por el Ministerio de Cultura, se instruye a los departamentos locales de gestión cultural que fortalezcan la supervisión de las cabinas para evitar que sean nidos de vicio y adicción juvenil.
"Nadie puede negar que la demanda impulsa el desarrollo", asegura Liu Wei. "Por eso hay que darle vía libre a nuevos emprendimientos de este tipo, para que logren desarrollarse y su éxito vigorice el mercado chino".