Por Yuan Quan
BEIJING, 27 sep (Xinhua) -- Gao Yuhan, de 51 años, es la "ambulancia" de su comunidad del oeste de Beijing.
Él y otros voluntarios llevan a las personas mayores escaleras abajo cuando no pueden hacerlo por sí mismas.
Al recibir la llamada de socorro, Gao corre a la casa del paciente con una camilla e informa a otros portadores. Bajar a un enfermo a la calle lleva cinco minutos y a veces Gao responde antes que las ambulancias.
Un equipo de urgencias médicas está compuesto en China por un médico y un enfermero. Sin otra ayuda, dos empleados clínicos pueden tener problemas para meter al paciente en la ambulancia.
Aunque no es muy alto, Gao asegura que es lo suficientemente fuerte, serio y rápido para llevar a cabo la tarea. Desde 2008, su grupo de camilleros ha crecido de seis a 21 miembros, incluyendo a limpiadores, vigilantes de seguridad y voluntarios residentes. Han ayudado a muchas personas a recibir tratamiento a tiempo.
RETOS
China contaba al término de 2016 con más de 200 millones de personas de 60 años o más de edad, el 16,7 por ciento de la población. Se calcula que este grupo será una cuarta parte de la población en 2030.
Sin embargo, muchos edificios residenciales de la comunidad de Gao fueron construidos en los años 60 y tienen seis pisos, pero no ascensor. Los ancianos que viven en el quinto o más arriba tienen dificultades para subir y bajar.
Jian'gangnanli tiene casi 5.000 residentes, de los cuales la mayor parte son jubilados. Gao dice que el 40 por ciento de los residentes pasan de 60 años. Una tercera parte no vive con sus hijos y "no quieren ir a una residencia de ancianos".
El acceso a los primeros auxilios es limitado. La central de emergencias de Beijing despacha cada día una media de entre 900 y 1.000 ambulancias, pero en 2016 había menos de 50 camilleros. A estos solo se les envía en casos muy urgentes.
Cuando un médico y un enfermero no pueden meter al paciente en la ambulancia suelen pedir ayuda a los vecinos, pero esto retrasa la atención médica.
En vez de a la ambulancia, algunos residentes llaman a los camilleros. En Beijing, el servicio de socorro cuesta unos 180 yuanes, pero Gao lo hace gratis.
REMORDIMIENTOS
Gao nunca olvidará el día en que su padre lo llamó para decirle que su madre había sufrido un derrame cerebral en casa. Salió del trabajo inmediatamente, pero tardó dos horas y media en llegar. Para entonces, su madre ya había fallecido.
"Durante mucho tiempo no pude dormir", recuerda.
Unos meses después, Gao empezó a trabajar en el comité residencial, y con el tiempo acabó encargándose del grupo de camilleros. Desde entonces, hace nueve años, ha ayudado a llevar más de 80 ancianos más de 280 veces.
"Este trabajo me ayudó a aceptar la muerte de mi madre", explica.
Gao recuerda que una mujer le pidió que la ayudase a llevar a su marido, que a sus casi 80 años pesaba 200 kilos y se encontraba en estado crítico.
Gao llamó a siete compañeros, con los que tardó 15 minutos en llevar al hombre desde el sexto piso a la ambulancia. Aunque era invierno, terminaron empapados de sudor y con las piernas temblando por el peso. El paciente sobrevivió.
Gao también ha ayudado a trasladar muertos. No todos los voluntarios hacen este trabajo, dado que muchos chinos consideran que tocar un cadáver trae desgracias.
Gao también tenía miedo, pero aun así echó una mano y rechazó cobrar de los familiares.
En su trayectoria ha sufrido heridas en las manos y brazos al chocar con los pasamanos de pasillos estrechos. También sufre de lumbago.
Algunas personas le dan dinero para comprar comida y medicinas, pero Gao lo gasta en nuevas camillas, uniformes y formación.
EXPECTATIVAS
Beijing se propuso el año pasado instalar elevadores en edificios antiguos. El gobierno municipal aprobó en marzo un reglamento sobre la atención de urgencias que obliga a llevar a los pacientes a la ambulancia. La Central de Emergencias 120 contrató a cientos de camilleros este año y aceleró la formación del personal.
La subdirectora de la Central de Emergencias de Beijing, Liu Hongmei, apunta que las ciudades grandes tienen pocos camilleros, personal de emergencias y ambulancias. El gran volumen de trabajo y la escasa paga tampoco son un gran estímulo, así que Liu propone que el sector privado cubra el hueco para los pacientes menos urgentes.
Gao quiere más voluntarios jóvenes, dado que la edad media de los camilleros es de 50 años. Reflexiona: "Todos nos hacemos viejos. Ojalá pueda servir de inspiración a otros para que se sumen y cuiden de los mayores".