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Romper el ciclo de la pobreza en la China rural

Actualizado a las 11/10/2017 - 09:24
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BEIJING, 9 oct (Xinhua) -- Qianqian habla poco mientras juguetea con el extremo del abrigo, hecho a mano para su hermana mayor, de quien lo ha heredado. Esta niña de 11 años vive en la aldea montañosa de Xingchong, en la provincia central china de Hubei. Su madre falleció hace muchos años y su padre trabaja en las ciudades. Su hermana, que a sus 20 años ya tiene un hijo de dos, vive y trabaja en Beijing.

La niña va a la escuela cinco días a la semana, donde cursa sexto de primaria. Además, tiene que cocinar, lavar la ropa y alimentar al ganado para sus abuelos, incapacitados. Sus sueños son llegar a ir al instituto y patinar sobre hielo.

Qianqian es una de los 40 millones de pobres que el país confía en haber sacado de la pobreza para 2020. Unicef, la Federación Nacional de Mujeres de China o la oficina provincial de ayuda contra la pobreza son denominaciones que no significan mucho para ella, pero su vida está cambiando gracias a un programa piloto contra la pobreza ejecutado por estas organizaciones junto con una asociación benéfica danesa.

La aldea de Qianqian está en el distrito de Dawu, en la montaña de Dabie, una de las regiones extremadamente pobres de China. Sólo en Dawu, viven por debajo del umbral de la pobreza 100.000 personas, una quinta parte de ellas menores de 18 años.

Una encuesta realizada en 2013 por Unicef y el Centro Internacional de Reducción de la Pobreza de China cambió la visión sobre la pobreza infantil, explica Jillian Popkins, jefa de la Oficina de Política social y Reformas para la Infancia de Unicef en China

"La pobreza se medía antes exclusivamente en términos de ingresos familiares y crecimiento económico. Nuestra encuesta muestra que los niños tienen necesidades integradas. Sus necesidades, que son específicas de cada etapa de crecimiento y desarrollo, tienen que ser satisfechas a su debido tiempo", explica.

Integrar las necesidades de los niños como el acceso a la sanidad, a la educación, a una buena alimentación y a la protección, así como a vivir sin estar expuestos a la violencia u otros tipos de abuso, puede ofrecer a los niños una mayor oportunidad de aprovechar plenamente su potencial.

"Reducir la pobreza infantil romperá la cadena intergeneracional de pobreza y proporcionará trabajadores eficientes para el desarrollo de China", dice Popkins.

La Fundación Bestseller de Dinamarca ha financiado desde 2014 la construcción de los centros infantiles en 80 aldeas piloto de ocho distritos empobrecidos, entre ellas Xingchong y Huayuan, en Hubei.

Todas las habitaciones de los centros tienen las paredes decoradas con dibujos de coloridos personajes de dibujos animados y disponen de libros infantiles, bloques de Lego y juguetes para usar al aire libre.

Hoy en día, a menos que llueva, la plaza mayor de Huayuan está siempre llena, por las tardes, de lugareños de edad avanzada y sus nietos. Los mayores bailan al son de la música, y los menores leen y juegan.

Zeng Caixia, presidenta de la Federación de Mujeres del Distrito de Dawu, valora este progreso. "En el pasado, personas generosas nos enviaban lotes de mochilas escolares con motivo del Día del Niño. ¿Pero de verdad que los niños necesitan tantas? Hace poco, la Comisión de Salud y Planificación Familiar quiso ofrecer a cada niño o niña unos cientos de yuanes en concepto de subsidios de bienestar. Pero yo les dije que las lecciones sobre salud les serían más beneficiosas", indica.

Las clases han sido bien recibidas por niños y adultos. "Algunos padres también asisten a las clases de nutrición. Antes, la sopa de arroz y legumbres eran dieta obligada tres veces al día, pero ahora en sus hábitos de alimentación también hay lugar para los fideos, el tomate y la patata, asegura Wang Hui, vicepresidenta de dicha Federación distrital.

Wang forma parte un grupo de chat en línea junto a otras 200 mujeres locales de todas las clases sociales que ofrecen varios cursos para niños. Por ejemplo, una practicante puede informar de la importancia de denunciar delitos de carácter sexual y una maestra de guardería puede enseñar canciones y bailes.

En los últimos años, China ha aumentado la inversión en educación en el rural e incrementado la tasa de escolarización. Sin embargo, cada vez es más necesario, para el desarrollo infantil, que las familias participen en la educación.

Un 94 por ciento de los 739.000 niños de Hubei de 16 años o menos cuyos padres viven y trabajan en otros lugares viven con sus abuelos, mientras que hay 11.100 que viven solos.

Las encuestas en las aldeas piloto muestran que más de 90 por ciento de los niños consideraban "ver la televisión" su afición y jugar al Mahjong, la de sus padres.

Zeng cree que es importante proteger a los niños de la pobreza mental. Algunos llegan a los tres o cuatro años apenas habiendo aprendido a hablar por la falta de cuidado parental. Y los abuelos generalmente tienen poca conciencia de la importancia de la educación, así que cambiar a los niños en vez de a sus carreras vuelve insostenible la lucha contra la pobreza.

Todos los finales de año, los adultos que trabajan en las ciudades vuelven a sus aldeas. Desde 2015, Pan Lan, un consultor psicológico, organiza fiestas de bienvenida en aldeas pobres. Los niños entregan 12 cartas redactadas para todo el año a sus padres y a estos se les pide que escriban unas palabras para leerles a los críos, pero los progenitores son a veces reservados.

"Los padres suelen querer que sus hijos tengan una determinada profesión y recuerdan lo duro que han trabajo por ello, pero tales palabras no calan. Así que yo voy y añado: "Seas lo que seas, papá y mamá te querremos siempre", y no hay niño que no llore al oír esto", afirma Pan.

Para su regocijo, muchos padres se dan cuenta de que saben demasiado poco de sus hijos y deciden quedarse con ellos, aunque el tiempo perdido no se recupera de la noche a la mañana.

Si los programas piloto tienen éxito, podrán extenderse a otras áreas empobrecidas, explicó Shi Weilin, especialista de Política Social de Unicef China. Empleando los centros infantiles como plataforma, el distrito de Dawu ha creado una serie de cursos en los pasados dos años. La salud mental es el foco de los mismos, pero también tratan sobre seguridad, nutrición y oficios manuales.

Los fotos sacadas durante 700 días ya han registrado los cambios: las caras primero apagadas, incluso miedosas, se han convertido en sonrisas y gestos de victoria. "Si das amor, amor recibirás. Vale la pena lo que hemos hecho", termina Zeng.

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