RIO DE JANEIRO, 1 mar (Xinhua) -- Las Fuerzas Armadas brasileñas extenderán su presencia y operaciones que están realizando desde la semana pasada en la ciudad de Río de Janeiro a otras cuatro regiones del estado homónimo, como forma para combatir el tráfico de drogas y reformar la capacidad operativa de la Policía Civil y de la Policía Militar, informaron hoy fuentes oficiales.
Según anunció el interventor militar en Río de Janeiro, el general Walter Braga Netto, la actuación de los militares abarcará áreas turísticas, como Paraty y Angra dos Reis (sur del estado), Niterói y Sao Goncalo, en la región metropolitana de Río de Janeiro, y la llamada Baixada Fluminense, los empobrecidos suburbios al norte de la ciudad.
También está previsto que se realicen operaciones en el norte del estado, donde están ubicados los municipios petroleros de Macaé y Campos.
Estas cuatro áreas son consideradas importantes porque fueron justamente los lugares hacia donde el tráfico de drogas se expandió en reacción al proyecto de las Unidades de Policía Pacificadora (UPPs), que ocupó favelas en la capital años atrás dentro de la política de seguridad para poder organizar los Juegos Olímpicos y el Mundial de fútbol.
Con la escalada en los índices de violencia en Río de Janeiro, el estado más turístico y emblemático de Brasil, el presidente del país, Michel Temer, decretó la semana pasada la intervención federal de la seguridad pública del estado hasta el final del presente año.
Con ello, Braga Netto pasó a ser el encargado de la seguridad pública de Río de Janeiro, asumiendo el control de las distintas policías y del Ejército, que ya realizó varias operaciones en favelas de la ciudad.
El movimiento de los criminales hacia el interior del estado hizo que se disparen los índices de criminalidad en estos lugares, principalmente en la Baixada Fluminense, que concentra 12 municipios y cerca de 3,5 millones de habitantes.
Las ciudades de Angra y Paraty, dos de los principales destinos turísticos de Río, ya vivían desde los años 1990 un proceso de "favelización".
En los últimos cinco años, estos municipios se vieron inmersos en la lógica de ocupación de comunidades por parte del narcotráfico, algo semejante a lo que históricamente ocurrió en la capital.