Por Deng Zhangyu
Beijing, 22/05/2018 (El Pueblo en Línea) - El artista Zhou Changxin recorre sin descanso toda la China para pintar los lugares más remotos. Él siempre viaja en un transporte cargado de materiales de pintura. Su objetivo: representar en el lienzo la belleza y pureza natural de la China profunda.
Durante los últimos veinte años, Zhou ha recorrido cientos de condados. También ha visitado los picos nevados de la región autónoma del Tíbet, las terrazas de arroz de la provincia de Yunnan y las dunas de la región autónoma de Mongolia Interior.
Su misión artística es "presentar la belleza pura del planeta", puntualiza Zhou.
La última exposición de Zhou, inaugurada en el Museo Nacional de China, está conformada por 113 obras de pinturas al óleo, en su mayoría paisajes.
Esta muestra que se presenta en Beijing es una rigurosa selección entre cientos de obras.
"Espero que en mis pinturas los espectadores pueden oler el dulce aire, sentir el agua prístina y refrescarse con el viento suave de la naturaleza", afirma el artista de 45 años de edad, en su estudio de Beijing.
Sus expediciones a sitios naturales le hacen lucir delgado y bronceado.
A menudo, Zhou invierte varios meses para encontrar el paisaje "ideal". Generalmente, suele terminar las obras in situ. También tiene el hábito de pintar durante muchas horas seguidas y producir varias obras en un mismo lugar.
"Está fascinado con pintar el desierto y es muy diligente", asegura su viejo amigo Xu Hang.
Xu recuerda que cierta vez Zhou estuvo pintando durante horas en una montaña nevada del Tíbet, con temperaturas bajo cero.
Después de visitar el Tíbet en 1995, Zhou se concentró en el paisajismo. Él describe al Tíbet como un lugar santo de "montañas y lagos".
“Incluso las flores lo son”, añade.
Du Dakai, profesora de Zhou, asegura que le gusta la vibrante manera que tiene Zhou de representar la flora de China.
“Su dedicación al medio silvestre es lo que ha hecho de la obra de Zhou una propuesta artística prominente”, asegura Du.
En varias ocasiones, la vida de Zhou ha estado en peligro. Una vez se perdió en el Tíbet. El artista terminó en tierra de nadie, en un lugar donde ni siquiera los lugareños se atreven a pernoctar. Afortunadamente, produjo cerca de un centenar de obras en dos semanas de estancia.
También ha tenido que enfrentar tormentas, tornados y deslizamientos de tierra.
"Me siento como un yak", bromea Zhou cuando habla de pintar a más de 5.600 metros sobre el nivel del mar, espacios donde la mayoría de las personas experimentan mal de altura.
"Estoy acostumbrado a pintar en lugares de gran altitud. Me siento exuberante y vital descubriendo la flora de esos lugares”, precisa Zhou.
Su destino chino favorito es Yunnan. Durante los últimos 13 años, Zhou ha visitado con regularidad la hermosa provincia. Él está familiarizado con cada uno de los condados, sus historias, culturas y geografía.
"Es el mejor lugar para crear", confiesa el maestro paisajista.
El estilo de Zhou combina la pintura al óleo con la tinta xieyi a mano alzada. Más allá de interesarse por acumular detalles, se afana en captar el espíritu de un sujeto o lugar.
Su técnica es ideal para representar los paisajes y los coloridos trajes de Yunnan.
El año pasado, Zhou trabajó junto a la Universidad de Yunnan para fundar una escuela dedicada al arte étnico. A partir de esta colaboración, ha residido largos períodos de tiempo en Kunming, capital provincial de Yunnan.
Normalmente, Zhou conduce más de 10.000 kilómetros anuales buscando sitios naturales relevantes. Además, viaja con frecuencia a la cordillera Meili en la frontera de Yunnan con el Tíbet. Allí trabaja desde las cinco de la mañana hasta las ocho de la noche. Con paciencia, espera por el clima ideal para llevar las escenas al lienzo.
"La naturaleza es como una modelo que posa para mí", asegura Zhou. "Tengo la suerte de experimentar esos raros momentos."
Siempre en busca de nuevos horizontes, Zhou planea viajar en septiembre a través de Estados Unidos.