BARACOA, Cuba, 22 jun (Xinhua) -- José Alexander Eugellés no conoce la leyenda del dios Quetzalcoatl, quien regaló a los aztecas el árbol del cacao (Theobroma cacao) del que se obtiene el chocolate, "el alimento de los dioses".
Pero Euguellés, un cuarentón de piel achocolatada, labora en la fábrica de chocolate de Baracoa, localidad cubana a unos 990 kilómetros al oriente de La Habana y donde se procesa todo el chocolate que se produce en Cuba.
Trabaja en esa industria desde hace 28 años, la cual exhibe con orgullo el hecho de haber sido inaugurada en abril de 1963 por el mítico comandante, Ernesto "Che" Guevara.
Eugellés recoge además una tradición familiar, pues su padre fue fundador de la planta y su hermana también trabaja en ella.
"Yo me puedo dedicar a otra cosa, pero esto para mi es todo", dijo Euguellés a Xinhua, después de comentar que su vida ha estado vinculada desde pequeño a la elaboración del chocolate.
Esa opinión es la misma que sostiene Orlenia Romero, quien es la jefa del Departamento de Tabletas y Bombones Artesanales de la empresa, donde ha trabajado 20 de sus 43 años.
"El cacao y el chocolate, de acuerdo con el trabajo que hago, son todo para mi. Es el trabajo de 20 años, es el fruto de lo que he hecho", comentó con voz entrecortada por la emoción.
Aunque el cacao llegó a la isla por Santiago de Cuba a principios del siglo XIX, Baracoa se convirtió en el lugar del territorio cubano más propicio para la cosecha por sus favorables condiciones climáticas.
Baracoa es propicio para este cultivo por sus niveles de precipitación, de 1.500 a 2.500 milímetros anuales, y una temperatura ambiental promedio de 24 a 28 grados Celsius, además de la riqueza de los suelos.
El proceso industrial de elaboración del chocolate es complejo y requiere de mucho esfuerzo por parte de quienes trabajan en turnos para cubrir las 24 horas del día.
En la planta, las semillas de cacao son tostadas a 150 grados Celsius de temperatura, un paso esencial del que dependen el aroma y el sabor, y después se descascaran y muelen.
Una enorme prensa de 500 kilogramos de presión extrae la grasa, conocida como manteca de cacao, contenida en los granos en más de un 50 por ciento.
Posteriormente, las tortas compactadas son molidas para obtener el polvo de cocoa, base de las apetecidas confituras que se elaboran en la instalación.
Entre estas confituras sobresalen tabletas y bombones finos artesanales, así como natillas, mezcla para postres y desayunos en envases de 250 y 500 gramos.
Hace poco más de un año, la fábrica recibió una inversión de 8,5 millones de dólares, con lo que se sustituyeron por tecnología suiza e italiana las líneas de elaboración de tabletas y polvo de chocolate.
Esa modernización permitió dar un salto en la eficiencia industrial y duplicar la capacidad de procesamiento, que era solo de unas 3.000 toneladas de cacao al año.
El crecimiento de la capacidad productiva se sustenta en el hecho de que Baracoa aporta, aproximadamente, el 75 por ciento de la producción nacional de cacao que logran 1.800 cosecheros, agrupados en medio centenar de cooperativas.
Cuando parecía que la producción iba en ascenso, en octubre de 2016, el devastador paso del huracán Matthew arrasó, sin embargo, con los cultivos del extremo oriental de la isla, entre ellos los de cacao.
Los daños del huracán tuvieron fuerte impacto en los indicadores de la empresa y la exportación de cacao, sobre todo a Europa, que apenas alcanzó 250 toneladas de las 400 pactadas.
En la actualidad, el chocolate está ligado a la vida de la localidad, que tampoco sabe mucho de la leyenda de Quetzalcoatl, pero que tiene en su producción no solo un hábito de consumo, sino una fuente de empleo y por lo tanto de sustento familiar.