Por Rajdeep Pakanati
Sonipat, India, 20/07/2018 (El Pueblo en Línea) - Desde que se abrió al mundo hace 40 años e inició su proceso de reforma y apertura, es realmente asombroso constatar el crecimiento y desarrollo de China. Me gustaría compartir algunas de mis experiencias basadas en las dos visitas a China que realicé después del 2017.
El extraordinario desarrollo que define a China se puede ilustrar con un ejemplo. Los Estados Unidos utilizaron alrededor de 4,5 gigatoneladas de cemento entre 1900 y 2000 mientras que China utilizó casi 6,6 gigatoneladas de cemento en apenas 3 años (2011-2013). El manejo de este gran volumen demuestra la gran visión, la sistemática planificación y la meticulosa ejecución que se necesita para utilizar una enorme cantidad de material de construcción en función del desarrollo de un país. Hoy en día esa dinámica es evidente en todos los ámbitos de la vida en China.
Mi reciente experiencia de viajar en tren de alta velocidad fue absolutamente maravillosa. Es increíble pensar que este servicio no existía antes del 2007 y ahora abarca 25.000 kilómetros de territorio chino. Del mismo modo, la red vial china es la primera del mundo con 4,7 millones de kilómetros. Sin embargo, hace 17 años tenían 1,7 millones de kilómetros. El año pasado, China registró 1,1 mil millones de pasajeros en aviones comerciales. De ese total, 1,03 mil millones de pasajeros fueron transportados por aerolíneas chinas, lo que demuestra el gran valor de su infraestructura aeroportuaria actual, que consta de 229 aeropuertos. De ellos, hay 228 que cubren 224 ciudades. En China existe una clara evidencia económica que asegura que la inversión en infraestructura física cosecha enormes beneficios sociales.
Durante estos 40 años de reforma y apertura, China se ha esforzado y ha sido capaz de satisfacer las demandas históricas de su pueblo.
Por una parte, los progresos realizados por China son directamente atribuibles a su eficiencia en la utilización de los recursos humanos, ya que el desarrollo material no podría haber sido posible sin capacitar a los ciudadanos. Por ejemplo, me quedé impresionado ante la biblioteca pública de Shenzhen, que es como un templo moderno lleno de lectores de todas las edades. Esta biblioteca pública creo que podría ser el equivalente moderno del Taj Mahal, de las pirámides de Egipto o los templos Incas. El gran espacio compartido me recordó las reuniones comunitarias de los grandes templos indios, aunque aquí se trataba de una biblioteca.
Esto también revela que la inversión en infraestructura intangible, es decir, en educación y capacitación, también se logró en China a gran escala. La realidad sugiere que la inversión en educación -a todos los niveles y clases- fue de máxima prioridad de China y se hizo con paso marcial. Esto no podría haber sido posible sin profundizar para lograr una educación de calidad. Una forma en la que podemos evaluar este éxito es calculando el número de estudiantes que aspiran a la educación superior y examinan el gaokao: 9.750.000 en junio de este año. Esto demuestra cómo el gobierno chino ha trabajado, no sólo buscando la alfabetización universal del país sino también en aras de masificar la educación superior. Además de la educación universitaria, de acuerdo con las estadísticas del 2016, China tiene 8367 escuelas vocacionales que graduaron a 4,4 millones de estudiantes que hoy poseen las habilidades técnicas necesarias para contribuir a edificar la nación. Asimismo, se estima que cerca de 8 millones de estudiantes anuales egresan de las universidades. Esta es la nueva fuerza laboral que contribuye a la innovación y al rápido desarrollo de la nación. Y algo muy importante dentro de este proceso ha sido la búsqueda de la equidad entre mujeres y hombres, empeño que logra reducir la brecha de género dentro del mercado laboral chino.
Por otra parte, la decisión de invertir en un desarrollo social orientado al individuo genera otro gran efecto derrame: una gran masa de habilitados consumidores y un masivo mercado de bienes nacionales. Aunque China ha sido reconocida como la fábrica del mundo, es el consumo interno lo que hoy combustiona su crecimiento económico. No sólo han crecido los cifras del consumo de bienes y servicios. Los chinos están bien informados y exigen calidad. En la India persiste la errónea impresión de que los productos chinos son mediocres, criterio formado a partir de aquella primera generación de productos que China vendía. Sin embargo, hoy se puede enumerar una amplia gama de bienes y servicios chinos que cumplen con los estándares mundiales, e incluso establecen otros nuevos que el mundo habrá de seguir. Por ejemplo, los avances en la tecnología móvil 5G realizados por las empresas chinas -y en fase de pruebas de implementación- son una nueva brújula de referencia global.
Hay un proverbio clásico chino que reza: "es mejor ver algo con tus propios ojos que leerlo cien veces". Este método es aplicable a la escala de desarrollo china. Es una buena idea poder visitar China para entender mucho mejor su exitoso desarrollo, poder aprender de su experiencia e intentar mejorar cualquiera deficiencia del proceso al aplicarlo. Sólo entonces es que podremos afirmar que hemos encaminado un desarrollo sostenible e inclusivo.
El autor es profesor asociado de la Universidad Internacional O.P. Jindal, en Sonipat, India.
(Web editor: Rosa Liu, Rocío Huang)