TANGSHAN, 20 ago (Xinhua) -- Ramiro Amarelle (Ponteceso, España, 1976) es una leyenda del fútbol playa. Es considerado uno de los mejores jugadores de este deporte que nació en las playas brasileñas a finales del siglo pasado.
Tras acumular victorias, trofeos y galardones FIFA, algunos como el mejor jugador en los Mundiales de 2003 y 2008, y liderar a la selección española durante casi dos décadas, decidió colgar las botas y pasarse al banquillo.
Estuvo durante un lustro entrenando al equipo de fútbol playa del fútbol club Barcelona, pero el año pasado decidió emprender una nueva aventura: ser el entrenador de la selección nacional de fútbol playa de China y sentar las bases de este deporte en el país asiático.
Amarelle recibe a Xinhua en la ciudad de Tangshan, al norte de China, donde se acaba de celebrar la tercera edición del Campeonato de fútbol playa China- América Latina Goalfun CFA (Asociación de Fútbol de China) 2018, y que ha enfrentado en una liguilla a las selecciones nacionales de fútbol playa de China, México, Uruguay y Chile.
El saldo no ha sido positivo, ya que China ha cosechado tres derrotas jugando en casa. El seleccionador no se lamenta: “Esta competición se centra más en la cooperación con otros países”.
Cuando decidió coger las riendas de la selección china, Amarelle era consciente de las diferencias que existían entre cómo se concibe el deporte en Occidente y la percepción en China, “pero es lo que me motivaba”, argumenta.
El seleccionador cree que al conjunto chino le falta horas de rodaje en las máximas competiciones. “Algunos de mis jugadores apenas han jugado dos o tres veces al fútbol playa, incluso para alguno ha sido la primera vez”, comenta.
Retos
Uno de las principales diferencias, y que Amarelle quiere trabajar, es la resistencia de sus jugadores a la presión competitiva. “Se ponen la camiseta nacional, retransmiten por televisión los partidos y les colocan ante sus familias y, claro, esa presión les puede, porque no están acostumbrados a ella”, destaca. “Mis jugadores en el campo no hacen ni la mitad de lo que logran en los entrenamientos”, se lamenta.
En este sentido, Amarelle se enfrenta a un país donde la tradición de jugar al fútbol en China es muy corta y escasa. “En China, un muchacho de 20 años ha jugado las mismas horas que un niño de 8 años en Europa o América del Sur y esa diferencia de entrenamiento, dedicación y competencia se acaba plasmando en el campo”, comenta.
A pesar de ello, el entrenador ve pequeños avances, ya que poco a poco se está formando un grupo y se va mejorando en muchos aspectos del juego. “En la selección contamos con cinco porteros. Tienes que ver cómo los experimentados ayudan a los nuevos. Ése es el espíritu que quiere fomentar”, comenta.
“Uno de los motivos que me hizo venir aquí es que creo que China, en cualquier cosa que se proponga, podrá ser un país referente”, resalta.
Amarelle cree que el “sentimiento que tienen los chinos hacia su país”, combinado con los recursos económicos, humanos y materiales, que son “estratosféricos”, hacen de China “un país que en cualquier proyecto que se proponga no tiene límites”.
El seleccionador nacional sabía que cuando fue contratado su trabajo iba a ir más allá de ser un mero seleccionador: tendría que montar desde cero la infraestructura de un deporte que apenas era conocido en China. “Y eso requiere tiempo y paciencia”, subraya.
“La Asociación de Fútbol de China tiene un proyecto ambicioso para el fútbol playa, quieren ser punteros. Son muy receptivos, escuchan y quieren cambiar cosas, mejorar”, indica.
Amarelle subraya que uno de los primeros pasos para desarrollar este deporte es generar una masa crítica suficientemente amplia de jugadores, ya que en la actualidad apenas hay 8 o 12 equipos que juegan solo dos fines de semana al año, y para ello la clave sería organizar una liga nacional.
Para el seleccionador ésta sería la base para lograr una selección competitiva, al generar círculo virtuoso: “creas clubes que quieren ganar, y para ello pondrán medios para entrenar, y esto atraerá a jugadores, lo que incrementa el nivel de los mismos”.
La ausencia de esta liga provoca que el seleccionador se vea obligado a ir a los campeonatos universitarios de fútbol para buscar componentes de la escuadra nacional, muchos de ellos inexpertos al ser la primera vez que juegan fútbol playa.
Amarelle se felicita que estos planes tengan buena recepción por parte de la Asociación de Fútbol de China, en especial del departamento al que pertenece: fútbol sala y fútbol playa. El seleccionador pone como ejemplo el fútbol sala, que ya ha creado una liga nacional y sentado las bases para el posterior desarrollo. “Es el modelo a seguir, con las adaptaciones propias”, comenta.
En esta cuestión, el seleccionador lo tiene claro: “necesitamos estructuras, competiciones y difusión del deporte”.
Planes
Amarelle tiene un contrato de dos años con la federación que finaliza el próximo junio. “De momento, creo que las cosas van bien. Estoy contento con el trabajo”, resume.
“Para el año que viene creo que tendremos una liga nacional”, vaticina. La federación y el propio seleccionador han visitado una quincena de ciudades en China, casi todas en el interior del país, y entre seis y ocho de ellas se han mostrado interesadas en organizar equipos locales para poder configurar una liga nacional.
“Esto significa que, con cada equipo contando con 15 ó 20 jugadores, tendríamos una base de jugadores que superaría el centenar”, apunta. “Y con la vista puesta en crear equipos también de niños, para ir haciendo cantera”, añade.
Para el largo plazo, a Amarelle le gustaría crear una liga asiática de selecciones, lo que permitiría jugar una quincena de partidos al año en competición oficial, en vez del modelo actual, en el cual solo puede ir a torneos puntuales.
“Mi objetivo es que China lidere una liga asiática, que quedaría para siempre. Si lo logramos, el grado de realización y de satisfacción personal sería muy alto”, concluye.
(Web editor: Felipe Chen, Rocío Huang)