LA HABANA, 7 oct (Xinhua) -- Desde hace casi dos años, Brigitte García busca la manera de cambiar su casa por otra más grande, sin importarle mucho en qué barrio de La Habana esté ubicada.
Desde finales de 2016, esta habanera de 37 años visita cada fin de semana la conocida Bolsa de Permuta de Prado, un espontáneo lugar de intercambio de casas ubicado en el Paseo del Prado, una de las más viejas avenidas de la capital cubana.
Allí, bajo la sombra de frondosos árboles, cientos de personas se dan cita todos los fines de semana en un informal mercado de viviendas donde, con carteles escritos a mano, muchos promueven los inmuebles que ofrecen y lo que necesitan.
García, bajita y rechoncha, se pasea entre la gente con un improvisado cartel sobre el pecho donde tiene escritas las características de la vivienda que trata de permutar, así como las particularidades de la que pretende.
Sin embargo, hasta ahora no ha tenido suerte, porque, dice a Xinhua, "hay cosas que no me han convenido y hay otras que son muy caras".
Su casa, ubicada muy cerca de la zona más antigua de La Habana, tiene dos cuartos, pero ella y su esposo tienen dos hijos, uno de ellos adolescente, por lo que desean una vivienda más amplia, en la que cada niño tenga su propia habitación.
"Ya yo no quiero vender, sino permutar mi casa, porque los intermediarios ponen precios exorbitantes a las casas y eso desestimula al posible comprador. Así uno se va demorando y demorando y nunca resuelve", cuenta con un tono de tristeza.
Los llamados "corredores de permutas" o "permuteros", como también se les conoce popularmente, son personas que se dedican a gestionar los intercambios de vivienda y cobran por esos servicios una parte del dinero involucrado en la transacción.
Nadie sabe a ciencia cierta por qué los habaneros comenzaron a reunirse en ese céntrico sitio para intercambiar casas, una costumbre inmemorial quizás regida por la vieja prohibición, ya eliminada, de vender casas que aplicó el gobierno que asumió el poder en enero de 1959.
Lo cierto es que la gente sigue llegando al lugar con más o menos esperanzas de resolver sus necesidades, aunque el mercado inmobiliario de la isla ha sufrido una contracción seria.
"Usted está viendo la cantidad de personas que hay aquí, y eso quiere decir que hay problemas para que la gente pueda vivir donde realmente quiere", afirma Anay Rodríguez, una mulata cincuentona que desde hace un año trata de mudarse hacia un lugar más céntrico de La Habana.
En noviembre de 2011, el gobierno cubano permitió la compraventa de viviendas por primera vez desde el triunfo de la Revolución, lo que abrió un inédito mercado inmobiliario que tuvo un rápido crecimiento, sobre todo por el restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
Muchos cubanos radicados en Estados Unidos, casi siempre a través de familiares, compraron casas en la isla como viviendas o para establecer un negocio privado, algo que también hicieron extranjeros, mediante terceros, para burlar la prohibición de adquirir directamente los inmuebles.
Sin embargo, la llegada al poder del presidente estadounidense Donald Trump y las restricciones que aplicó contra la isla desde mediados del pasado año, también impactaron sobre el incipiente mercado inmobiliario, que sufrió una contracción que aún se mantiene, aunque muchos continúan prefiriendo vender antes que permutar.
"Revolico.com", un portal web de compra y venta en la isla, gestionado desde el extranjero, expone hoy casi 50.000 ventas de inmuebles, mientras que las permutas apenas se acercan a las 5.000.
"Revolico" y "porlalivre.com" son algunos de los sitios digitales más consultados por los cubanos a la hora de tomar decisiones sobre sus casas, aunque en la isla el acceso a internet aún no es masivo.
"No tengo laptop y el acceso a internet no me resulta fácil", explica García, quien no obstante asegura que ha colocado en "Revolico" su anuncio de permuta para ver si tiene mejor suerte.
Ella prefiere no acercarse a negocios privados de gestión inmobiliaria, como La Isla o Casas Cubanas, cuyos servicios son fiables, pero caros, y ahora están a la espera de una decisión gubernamental que les permita continuar las operaciones legalmente.
García y Rodríguez continúan llegando a la Bolsa de Permutas de Prado, pues aunque no tiene dinero para comprar, mantienen viva la esperanza de cambiar de casa, algo que sigue siendo un dilema para los cubanos de a pie.