Por J. Gina Román
Beijing,29/11/2018(El Pueblo en Línea)-Muy pronto, Panamá tendrá la oportunidad de recibir al presidente chino Xi Jinping, quien arribará a nuestro país para realizar una visita oficial.
El 12 de junio del 2017, el presidente Juan Carlos Varela anunció que Panamá reconoce y apoya el principio de “Una sola China”. A partir de esta declaración, ambos gobiernos establecieron relaciones diplomáticas y acordaron desarrollar lazos amistosos sobre la base del respeto mutuo a la soberanía e integridad territorial, no intervención en los asuntos internos del otro, beneficio recíproco y coexistencia pacífica.
En el contexto internacional pareciera ser muy notorio relacionar el desarrollo y la historia de Panamá con algunos países más que con otros. Sin embargo, es interesante ver como a través del recuento de fechas históricas, Panamá ha formado parte de un engranaje geopolítico que marca su privilegiada posición geográfica y también su vinculación con la China Imperial.
La llegada de Cristóbal Colón a la América fue una casualidad derivada de su principal objetivo, “buscar una ruta alternativa comercial con Asia”. Sin proponérselo y desde ese mismo momento, tanto Asia como el gran imperio chino estarían dentro del plano comercial y marítimo de Panamá. El tiempo lo ha demostrado con precisión absoluta.
Posterior al descubrimiento y los sucesivos viajes de Colón tratando de buscar esa ruta, se van ampliando otras operaciones marítimas estimuladas más que todo por el poder de la corona española. Con el descubrimiento del mar del sur por Vasco Núñez de Balboa el 25 de septiembre de 1513, sale a flote ese engranaje sustancial de una ruta más próxima, del sur hacia el norte y viceversa. El oro proveniente del Perú encontraría la mejor ruta a través de Panamá. De allí que la fundación de Panamá el 15 de agosto de 1519 por Pedro Arias Dávila, la convierte en la primera ciudad española y la más antigua en tierra firme que existe hasta nuestros días como ciudad.
En 1821, luego de la independencia de Panamá de España y su unión voluntaria a la Gran Colombia de Simón Bolívar, la ciudad de Panamá pasa de capital de Castilla del Oro y el ducado de Veraguas, a ser la capital del departamento del istmo. Podría pensarse que esta condición política administrativa de Panamá es de menor importancia que la anterior, solo que en esta oportunidad los panameños buscaban sentar las bases de una autonomía administrativa política más efectiva, para garantizar un desarrollo social más amplio.
Luego vendrían los franceses quienes muestran especial interés en construir un canal por Panamá, así que se firmó un tratado el 20 de marzo de 1878. Este acuerdo otorgaba derecho exclusivo a la Société Civile, empresa francesa encargada de la construcción de un canal interoceánico por Panamá. Conforme a una cláusula del tratado, la vía acuática revertiría al gobierno colombiano luego de 99 años y sin compensación.
Durante este periodo de adhesión a la Gran Colombia, fueron apareciendo conflictos y situaciones adversas las cuales finalizan con la separación de Panamá de Colombia el 3 de noviembre de 1903.
En esta etapa de la historia aparece otro protagonista importante: Estados Unidos, que claramente ve oportunidades estratégicas con el canal que nunca finalizaron los franceses, y que posteriormente finalizaron ellos. No sin antes dejar en Panamá el sello de su colonialismo, con la llamada Zona del Canal.
Reflexionando acerca de estos momentos históricos, Panamá ha tenido la marca del éxito desde el principio y los países que han estado presente en su historia lo reconocen. Pero nuestro desarrollo social y humano no ha sido cónsono con ello. Somos un país altamente desigual y el coeficiente Gini alcanza el 51,7. A nivel mundial estamos en la posición número 6, a pesar de mantener un crecimiento promedio del 7 por ciento durante esta última década.
Por tal motivo, haciendo un breve y complejo análisis acerca de las relaciones diplomáticas de Panamá y la Republica Popular China, observamos que su vinculación desde el inicio de esta cronología histórica pudo ser una casualidad del destino, pero deja claro que el comercio y la necesidad de nuevas rutas era el imperativo en esa época, en aras de lograr el poder económico y estratégico de los diferentes países involucrados.
Esa necesidad es hoy la misma, sólo que ahora los países buscan garantizar el mejor de los acuerdos comerciales posibles apelando a la fórmula ganar-ganar.
Con relación a las nuevas relaciones diplomáticas con la Republica Popular China, el gigante asiático busca garantizar la mejor ruta de comercio de materias primas esenciales, como también ampliar el mercado de sus productos hacia América Latina. No olvidemos algunos de los bloques comerciales ya existentes: Unión Europea, NAFTA y ASEAN. Dada la complejidad que se viene generando en algunos de estos conglomerados económicos, la República Popular China aboga por mercados emergentes en África y América Latina.
Hemos pasado de una estrategia de globalización y apertura al proteccionismo y bilateralismo, exigiendo condiciones que en muchas ocasionesnos recuerda la época del colonialismo monárquico.
En este escenario mundial, surge una ideología comercial diferente que propone el presidente Xi Jinping:a la iniciativa “La Franja y la Ruta”. Dentro de sus premisas, “La Franja y la Ruta” busca garantizar las mejores condiciones para las rutas comerciales en los países donde China percibe ventajas competitivas importantes, como puertos, sistema de trenes, carreteras de conexión y canales. Pero la esencia y valor de esta estrategia no es sólo se basa en el cemento, sino en el fortalecimiento del recurso humano y la transferencia de conocimiento que garantice el bienestar y la sostenibilidad de la iniciativa, y por ende de los países que participan en “La Franja y la Ruta”.
En Panamá este clúster logístico ya existe, sólo hay que ampliarlo en algunos casos. Nuestra adhesión a “La Franja y la Ruta” podrá garantizar la elevación técnica del recurso humano y, en consecuencia, ofrecer mejores condiciones de vida y bienestar a la población.
Durante la época colonial, fuimos solamente un paso para el transporte del oro de la corona española, con los franceses un lugar para la construcción de un canal, y con Estados Unidos un enclave colonial.
Ninguna de estas relaciones comerciales procuró el mejor beneficio para los panameños.
Ahora somos protagonistas directos de todas las acciones que emprendamos para mejorar nuestra sociedad. En este sentido, las nuevas relaciones diplomáticas con la República Popular China, la adhesión a “La Franja y la Ruta” y la primera visita del presidente Xi Jinping esperanzan en la búsqueda panameña de ese bienestar que China sí está logrando para su pueblo.
La autora es especialista en economía, egresada de la Universidad Internacional de Negocios y Economía de Beijing, China.