BEIJING, 17 dic (Xinhua) -- El restaurante 'Forgive' del distrito del arte 798 de Beijing, la capital de China, siempre está lleno, aunque los camareros nunca hablen a los clientes.
Una de estos silentes empleados es He Hong, que recibe a los comensales con una amplia sonrisa y un gesto de bienvenida. A su lado, un cartel ruega: "La mayoría del personal de este restaurante no puede hablar ni oír, así que tengan paciencia con ellos, por favor".
He, de 24 años, muestra unas tarjetas que dicen "¿cómo le puedo ayudar?" o "¿cuántos van a ser, por favor? Mientras que los clientes también presentan tarjetas al pedir o desean la cuenta.
Estas tarjetas son ya su única herramienta de comunicación.
He estudió procesamiento de alimentos en una escuela técnica de Zhengzhou, capital de la provincia de Henan.
"No encontraba trabajo por culpa de mi discapacidad, hasta que llegué aquí", escribe He en un papel. "Mis colegas son como yo. Nos ayudamos y animamos los unos a los otros, y así recuperé la confianza", explica.
El restaurante Forgive está especializado en 'huoguo', un tipo de cocina de puchero en que las ollas están en un hueco en las propias mesas de los comensales, que sumergen ellos mismos los ingredientes en caldos con especias, generalmente picantes. También se conocen por su nombre en inglés, 'hotpot'.
El establecimiento abrió en julio en un local de 140 metros cuadrados y cuenta con 12 empleados, siete de los cuales tienen problemas auditivos, como He.
"Lo llamé 'Forgive' [perdonar] porque el perdón es una buena cualidad. Los sordos han de olvidar su imperfección física. Y los que no lo somos deberíamos ser más comprensivos con las imperfecciones", considera Lu Lu, la dueña.
El restaurante se ha popularizado entre los sibaritas locales gracias al "silencio" con el que funciona. Los días de diario suele dar de comer a unas 100 personas, que son más de 200 los fines de semana.
"Vengo aquí porque me conmueve el optimismo de la plantilla", dice Qu Bo, un cliente.
Un cartel en la pared del local está lleno de notas de papel con palabras de ánimo escritas por los comensales.
Lu lo llama "el cartel del amor", y quien escriba se lleva de regalo un descuento en los condimentos que elija para su puchero.
"Querría que los clientes mostrasen su reconocimiento a los camareros y les ayudasen a tener confianza en la vida", indica Lu, de 30 años. "Hasta el momento, nadie se ha quejado", apunta.
Lu participa en actividades benéficas desde 2012 y es miembro de varias organizaciones sociales. Con el paso del tiempo se fue dando cuenta de que los problemas de los discapacitados no se resuelven solo con ayuda financiera.
"Darles trabajo es una forma sostenible de ayudar", razona la restauradora, que se decidió por el 'hotpot' porque es un modelo de restaurante en el que no es necesaria una comunicación "muy compleja" entre clientes y camareros .
Pero problemas sigue habiendo, no obstante. A algunos de los trabajadores sordos les faltaba confianza y valor para atender a los comensales cara a cara, por lo que Lu, que tiene conocimientos sobre psicología, pasaba dos horas al día orientándolos.
También les permitió entrar en el capital de la empresa, hasta un máximo del 20 por ciento, para así ayudarles a realizarse.
Lu planea abrir unos 300 restaurantes de este tipo en Beijing, Tianjin y la provincia de Hebei, en los que trabajarían más de 2.000 personas con discapacidad auditiva.
"Tengo la bandeja de entrada del correo electrónico casi llena con solicitudes de empleo", asegura.