Por Noemí Galbán
LA HABANA, 16 dic (Xinhua) -- Uno de los mayores aportes de estos últimos 40 años del proceso de reforma y apertura en China ha sido la nueva forma de construcción del modelo socialista que se aplica, adecuada a las características y necesidades de ese país, afirmó el académico cubano, José Luis Robaina.
En entrevista con Xinhua, el experto en Asia del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI) de Cuba, indicó que las más arriesgadas decisiones tomadas por la dirección del Partido Comunista de China (PCCh) y de sus máximos líderes significaron una ruptura con el modelo soviético tradicional.
No obstante, sus éxitos tangibles más allá de las complejidades superadas, lo convierten, a juicio del especialista, en uno de los acontecimientos más significativos y trascendentales de finales del siglo pasado y principios del presente.
"El proceso de reforma y apertura es una revolución en la manera de construir el socialismo. Ellos (China) abrieron espacios a la actividad no estatal y a la inversión extranjera que ha dado resultados significativos, ha funcionado de una manera tremenda", destacó.
Robaina recordó que antes de 1978, año en que comenzaron a adoptarse y aplicarse las medidas, China no era un país de impacto internacional y el peso de su economía en la mundial fue apenas 1,8 por ciento.
Sin embargo, sólo 32 años más tarde, en 2010, se ha convertido en la segunda economía mundial, y el año pasado su Producto Interno Bruto (PIB) alcanzó los 12,84 billones de dólares, ocupando el 15 por ciento del total global.
Según datos del Fondo Monetario Internacional, Beijing registra una contribución promedio de más del 30 por ciento del crecimiento económico mundial cada año, y es hoy el mayor comerciante de bienes del planeta, así como el primer emisor de turistas.
"Lo político es otro aspecto relevante, porque cuando comienza el proceso, China estaba saliendo de más de 10 años de constantes convulsiones políticas; por eso se decide hacer reformas en el sistema político sin cambiar lo esencial", apuntó el investigador caribeño.
El liderazgo del PCCh en estos cambios, su acertada asociación con las demás fuerzas y partidos existentes en el país para articular la dirección del gobierno y encauzar la conducción política e ideológica de la nación, fueron cuestiones significativas, a juicio de Robaina.
Asimismo, dijo que estos elementos llevaron a ajustes en la política exterior de China sobre la base de los principios de la coexistencia pacífica, como la no injerencia en los asuntos internos de ningún país, el respeto mutuo y la colaboración en la solución de conflictos por la vía de la negociación y no de la fuerza.
"Poco a poco esa China que tampoco tenía gran peso en la arena internacional, se convierte en uno de los principales actores. Hoy no hay tema de política internacional donde China no tenga un peso", afirmó Robaina.
El asunto de mayor significación para el analista cubano es el aspecto social, ya que, en las últimas décadas, alrededor de 740 millones de personas salieron de la pobreza y el ingreso disponible per cápita de China creció 22,8 veces en 40 años.
"Los niveles de pobreza que había a principios de los 80 eran abismales, tanto a nivel rural como urbano. Hoy el país tiene cerca de 1.400 millones de habitantes (aproximadamente el 18 por ciento de la población mundial) y tiene un desarrollo enorme en lo social", subrayó el experto.
Especialmente se refirió al proceso de urbanización que alcanza en la actualidad más de la mitad y se caracteriza por la modernidad, civilización, limpieza y orden apreciable no sólo en las grandes ciudades, sino en los poblados más pequeños del país.
Robaina estudió en China en los años 60 y vivió allá en los 80 mientras ejercía como corresponsal de la agencia cubana Prensa Latina, y desde entonces ha mantenido el vínculo.
Recordó que aún quedan por superar algunos desafíos reconocidos por el PCCh, como el fenómeno de la corrupción.
Estrechar la brecha entre ricos y pobres, desarrollar las zonas del interior del país para equilibrarlas con las costeras y que las poblaciones del oeste tengan un estándar y calidad de vida mucho más altas, son otras tareas pendientes, agregó.
"Salir de la pobreza es un primer paso, importantísimo, loable, meritorio, pero a partir de ahí hay que seguir evolucionando para que esas personas tengan lo que ellos (chinos) llaman una sociedad modestamente acomodada", opinó el experto.
Igualmente, mencionó el reto medioambiental y la necesidad de elevar la eficiencia económica para que los productos chinos sean de mayor calidad y, por ende, más competitivos a nivel internacional.
"Ellos (chinos) son muy autocríticos con sus problemas, y cuando deciden ir en una dirección, van sistemáticamente, y a la vuelta de un periodo de tiempo relativamente corto se ven fenomenales resultados. Veo el futuro de China con mucho optimismo", finalizó Robaina.