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Brasil vive una nueva jornada negra en su sistema carcelario con 57 muertes

Actualizado a las 30/07/2019 - 15:46
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RÍO DE JANEIRO, 29 jul (Xinhua) -- Brasil escribió hoy una nueva página trágica en su sistema carcelario, considerado como uno de los peores del país, después de que una pelea entre facciones rivales dejara 57 muertos en una prisión en el norte del país.

Los hechos ocurrieron minutos antes del desayuno en el Centro de Recuperación Regional de Altamira, en el amazónico estado de Pará (norte de Brasil), cuando se abrieron las celdas para que los presos fueran a desayunar y un grupo rindió a dos guardias penitenciarios, a los que tomaron como rehenes. Tras ello, se dirigieron a otro pabellón, en el que había miembros de una facción rival, y se inició una gran pelea, que acabó con 57 muertos.

Según divulgó la Superintendencia del Sistema Penitenciario de Pará (Susipe), 41 presos murieron asfixiados y otros 16 fueron decapitados. Parte de las víctimas murió al inhalar el humo provocado con la quema de colchones.

La masacre ha vuelto a exponer la precaria situación carcelaria de Brasil y la disputa que hay entre facciones criminales por el control del tráfico de drogas, que ha dejado centenares de víctimas en los últimos tres años en las prisiones del país.

Tras producirse la masacre, el Consejo Nacional de Justicia (CNJ) divulgó un informe en el que describía la prisión de Altamira en condiciones "pésimas" y denunciaba entre varios problemas, el hacinamiento y el número bajo de agentes penitenciarios para garantizar la seguridad en el local. El juez responsable del informe, que visitó la prisión este mismo mes y cuyo nombre no aparece por seguridad, resaltó la "necesidad de una nueva unidad carcelaria urgente".

Según la Susipe, la cárcel de Altamira tenía una capacidad para 208 presos, aunque en el momento del ataque había 309 detenidos, mientras que apenas hay 33 guardias penitenciarios.

El informe de la CNJ también resalta que la unidad no tiene bloqueador de teléfonos móviles ni infermería.

Según la Susipe, el ataque lo iniciaron miembros del Comando Classe A (CCA), una facción del estado de Pará, al entrar en el bloque en el que había los miembros del Comando Vermelho (CV), una de las principales facciones criminales de Brasil, presente en todo el país. Ambas se disputan el control de la prisión.

"Fue un ataque de cierta forma rápido, dirigido a exterminar los integrantes rivales", aseguró ante la prensa el secretario extraordinario para asuntos penitenciarios de Pará, Jarbas Vasconcelos, quien atribuyó la matanza a "una guerra entre facciones criminales". "Entraron, colocaron fuego, mataron y pararon el ataque. Fue un ataque dirigido, localizado", agregó Vasconcelos.

Las 57 muertes de hoy son la mayor masacre en una cárcel brasileña este año. En mayo, 55 presos murieron en cuatro cárceles de Manaos (capital regional de Amazonas, norte), también tras una disputa entre facciones rivales que se inició en una prisión y se extendió a otras tres en pocas horas.

El sistema carcelario brasileño vivió su peor tragedia en 1992, en la llamada masacre de Carandiru, en la ciudad de Sao Paulo, cuando la policía entró en la cárcel tras una pelea, dejando 111 muertes.

Las fugas, rebeliones y peleas desde entonces han sido habituales, aunque en los últimos años, la dimensión de las masacres y rebeliones ha aumentado por el control que intentan imponer las facciones criminales en las prisiones.

En enero de 2017, 56 presos murieron en dos días en una gran rebelión en una cárcel de Manaos, atribuida a la disputa de bandas rivales por el control del tráfico de drogas. Días después, 26 presos murieron en la prisión de Alcaçuz, en el estado de Río Grande do Norte (noreste del país), la mayoría decapitados, y posteriormente, como venganza, 33 presos murieron en una cárcel de Boa Vista (norte de Brasil).

El año pasado, 22 presos murieron en la región metropolitana de Belém (capital regional de Pará), tras un intento frustrado de escapar. También el año pasado, 7 presos murieron y tres resultaron heridos tras una rebelión en la prisión de Altamira.

El gobierno brasileño anunció la transferencia inmediata de 46 presos que participaron en la matanza. Entre ellos, hay 16 detenidos que fueron identificados como los líderes de las facciones criminales. Diez de ellos irán para prisiones federales, mientras que el resto serán enviados a otras cárceles del estado de Pará.

Según el Informe Nacional de Informaciones Penitenciarias (Infopen), de junio de 2017, Brasil sufre hacinamiento carcelario en todos sus estados. En total, había 726.354 presos para 423.242 plazas.

El informe también detalló que Brasil tuvo en el primer semestre de 2017 4,8 muertes "por causas criminales" por cada 10.000 presos. En Pará, donde ocurrió la masacre de hoy, la media fue de 21,8 en el período, la más alta de todo el país.

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