Imagen del 17 de agosto de 2019, de una bailarina participando durante un desfile de los Carnavales 2019, en el Malecón de La Habana, en La Habana, capital de Cuba. Como cada año por estos días de verano caribeño, miles de personas toman el Malecón de La Habana para divertirse entre carrozas y comparsas, mientras disfrutan de las noches de la capital de Cuba en los Carnavales 2019. (Xinhua/Joaquín Hernández)
Por Raúl Menchaca
LA HABANA, 18 ago (Xinhua) -- Como cada año por estos días de verano caribeño, miles de personas toman el Malecón de La Habana para divertirse entre carrozas y comparsas, mientras disfrutan de las noches de la capital de Cuba en los Carnavales 2019.
La lluvia nocturna no impide que durante este fin de semana el emblemático Malecón se convierta en un gigantesco escenario, donde miles de personas cantan y bailan al paso de las 18 comparsas y 14 carrozas tradicionales que desfilan durante casi dos de kilómetros.
El festejo, el más grande de los que se realizan en la isla, forma parte de las celebraciones por los 500 años de la fundación de la ciudad, que se cumplen en noviembre próximo.
"Esto es fiesta y bajo lluvia, sol y sereno, en el carnaval siempre estaremos", dijo a Xinhua el ingeniero Pedro Javier Rodríguez, un mulato fornido que dice ser "repentista", como llaman en la isla a quienes al momento pueden improvisar versos de mayor o menor complejidad.
Rodríguez asistió al desfile carnavalesco acompañado por un grupo de amigos, quienes sin ocultar su alegría tienen organizada su propia fiesta y bailan en un palco ante el que se ha detenido una carroza.
La Habana y la oriental Santiago de Cuba, que es la segunda ciudad en importancia del país, se disputan la organización de las fiestas más fastuosas en la isla.
"Los carnavales de La Habana son la fiesta más grande de Cuba", afirmó Oscar Núñez, quien es el vicepresidente de un club de motos eléctricas que forma parte del desfile inaugural del jolgorio.
"Como esto no hay nada", dijo Gretell Hernández, una veinteañera empleada de una empresa pública, quien aseguró que desde niña viene "cada año a estas fiestas".
Odalys Barbosa, quien estuvo acompaña por sus hijos y nietos, reconoció "la fama de los carnavales santiagueros", pero afirmó que "en La Habana esta fiesta tiene mucho más glamour".
Pero ya sean las de La Habana o las de Santiago de Cuba, estas fiestas están asociadas a las celebraciones religiosas y al mestizaje entre africanos y españoles, alcanzado en un largo proceso que tuvo lugar en la isla a partir de la introducción de esclavos traídos de África, que se inició en 1550.
Las raíces están en las celebraciones del Corpus Christi, la Epifanía y el Día de Reyes, cuando autorizados por los amos, los negros esclavos organizaban danzas y marchas colectivas en los momentos que tenían para disfrutar de algunos días de descanso.
Aparecieron entonces los Cabildos de Nación, grupos integrados por los negros africanos que mostraban al público su cultura, a los que se unió la Tumba Francesa, una agrupación que llegó a la isla con los franceses y sus esclavos haitianos.
El primer carnaval de la capital cubana se realizó el 24 de febrero de 1895 y, desde entonces y hasta principios de los años 60 del pasado siglo, esas festividades se organizaban en el segundo mes del año, pero tras el triunfo de la Revolución en 1959, la fiesta se cambió para julio, al finalizar la zafra azucarera.
Ni siquiera las estrecheces económicas del país, que han golpeado el lustre del Carnaval, han disminuido el carácter lúdico de esas celebraciones anuales, que tienen lugar prácticamente en todas las provincias de la isla, donde los cubanos expresan su proverbial alegría y deseos de divertirse.