BEIJING, 24 ago (Xinhua) -- Estados Unidos está pagando el precio de iniciar una guerra comercial, mientras China se ve obligada a anunciar la imposición de nuevas tarifas adicionales a los productos estadounidenses.
El país asiático indicó que aplicará aranceles adicionales a las importaciones desde Estados Unidos por valor de 75.000 millones de dólares, incluidos 5.078 productos con tarifas del 10 o cinco por ciento, en dos lotes que entrarán en vigor el 1 de septiembre y el 15 de diciembre, respectivamente.
Las nuevas tarifas se aplicarán a los vehículos, partes de automóviles e insumos agrícolas como soya y maiz, por lo que los granjeros y productores estadounidenses pronto sentirán el golpe.
Durante más de un año de fricciones entre los dos países, China nunca ha titubeado. Cuando Estados Unidos trató de intensificar la intimidación comercial y ejercer máxima presión, la determinación china solo se fortaleció, al igual que su postura contra los atropellos de Washington y en defensa de sus legítimos derechos e intereses.
China siempre ha creído que la cooperación es el único medio para resolver los asuntos comerciales con la parte estadounidense, pero existen precondiciones. China se opone con firmeza a los intentos de hegemonía en el comercio por parte de Estados Unidos y nunca comprometerá sus principios fundamentales.
Mientras más lejos vayan algunos en Estados Unidos por el peligroso camino de la hegemonía y la intimidación, más fuerte será el contragolpe que encontrarán.
En términos de contramedidas, China significa negocios.
No hay ganadores en una guerra comercial. Las compañías de ambos lados han pagado el precio. Granjeros en varias regiones de Estados Unidos han sufrido "impactos devastadores" por las medidas contra China, según la propia prensa de ese país.
La escalada en las tarifas ha traido considerables tensiones a la economía estadounidense, elevando los costos, socavando la inversión y arrastrando a la baja a las bolsas de valores. La economía de Estados Unidos no será más fuerte sin China.
Cualquier discusión sobre cortar los lazos económicos entre China y Estados Unidos resultaría, cuando menos, ridícula. Las empresas de ambos lados han sido embajadoras de cambios positivos para las dos economías. A pesar del impasse actual, una relación constructiva es el camino correcto a seguir.
Algunas personas en Estados Unidos se han imaginado que una guerra comercial sería "fácil de ganar". Se ha demostrado lo contrario. La única forma de poner fin al conflicto es que Estados Unidos implemente el consenso alcanzado por ambos jefes de Estado, llegue a un entendimiento con China mutuamente beneficioso y se encuentren soluciones a través de consultas y sobre la base de la igualdad y el respeto mutuos.