Por Kang Jia
Wuhan, 26/02/2020 (El Pueblo en Línea) - El mensajero Wang Yong, oriundo de Wuhan y nacido en la década de 1980, recientemente tocó el corazón de millones de personas, gracias a sus palabras y acciones en la lucha contra el nuevo coronavirus.
Ir o no ir, esa era la pregunta
A las 10 de la noche, durante la víspera del Año Nuevo Lunar, Wang estaba de vacaciones por el Festival de Primavera. Él se enteró, a través de la red social china WeChat, de que una enfermera del Hospital Jinyintan no podía encontrar un taxi que la llevara a casa. En el área circundante del hospital, los servicios de autobús y metro estaban suspendidos.
Desde el brote del nuevo coronavirus en Wuhan, el Hospital Jinyintan, especializado en enfermedades infecciosas, ha desempeñado un papel esencial en el tratamiento de pacientes confirmados con neumonía por el nuevo coronavirus. Muchos taxistas no querían correr el riesgo de ir hasta allí.
Después de una lucha consigo mismo, Wang decidió hacer su aporte.
Wang compró dos máscaras N95 en un supermercado cercano, y al día siguiente llegó al hospital Jinyintan a las seis de la mañana. La enfermera no esperaba que acudiera nadie. Ella se subió al auto y se echó a llorar.
Ese día, Wang transportó a casi 30 miembros del personal de la salud hacia y desde el Hospital Jinyintan. Pero ese fue apenas el comienzo.
Más tarde, Wang destacó, en un reportaje para el Xinmin Semanal, que ese día le temblaron las piernas, e incluso tuvo la intención de dejarlo.
Wang permaneció gracias a su voluntad de ofrecer algo de luz para aquellos que viven a decenas de millas del hospital y no podían encontrar una forma de transporte para llegar a casa.
Antes de que los equipos de trabajadores de la salud de todo el país llegaran a Wuhan, el personal médico del Hospital Jinyintan estuvo luchando las 24 horas contra el nuevo coronavirus. Durante ese período, apenas el 10 por ciento pudo dormir en una cama. La mayoría descansaba, de vez en cuando, en sillas.
Los médicos y las enfermeras, que siempre tienen que estar preparados para atender las necesidades de los pacientes las 24 horas del día, comenzaron a sufrir problemas mentales y físicos. Ellos necesitaban descansar.
Más soluciones que dificultades
Una cosa es darse cuenta de que hay necesidad. Pero tener la capacidad de ayudar es otra. Sabiendo que su propio poder era bastante limitado, Wang comenzó a reclutar voluntarios.
Y no se decepcionó: más de 20 solidarios ciudadanos se unieron y se turnaron para cumplir la crucial misión.
Para resolver los problemas de transporte, de corta y larga distancia, Wang y su equipo también recurrieron a las grandes empresas, incluidas Mobike y Didi.
Gracias al eficiente diseño, se asignaron bicicletas y taxis compartidos a los puntos de servicio del personal de la salud para transportarlos en su carrera contra el tiempo.
Pero Wang y los miembros de su equipo no se detuvieron allí. Ellos continuaron resolviendo problemas, grandes o pequeños, que el personal de la salud enfrentaba en su trabajo o vida diaria.
Al darse cuenta del deseo que tenían de comer arroz cocinado al vapor, Wang contactó con algunos restaurantes y les preguntó si podían proporcionar alimentos a un precio módico.
"Algunos aceptaron de inmediato y prometieron ofrecerlo gratis. La mayoría estaba dispuesta a ayudar", recuerda Wang.
Debido a que el sistema de calefacción del hospital tuvo que apagarse para reducir el riesgo de infección, Wang y su equipo también recaudaron alrededor de 100,000 renminbi (14,325 dólares estadounidenses) para comprar chaquetas en los centros comerciales en Wuhan. De esta manera, el personal de la salud no sentiría frío.
Cuando se le preguntó por qué se esforzó tanto por ayudar al personal de la salud, la respuesta de Wang fue simple, "Son nuestros salvavidas".
Wang expresó que él, prácticamente sin recursos, tuvo la suerte de tener muchos colaboradores comprometidos. Y agradeció los esfuerzos y la amable ayuda de todas las personas y empresas que se le unieron en este trabajo voluntario.
"Todos están dando lo mejor de sí para ayudar a los miembros del personal de la salud. Yo soy apenas un organizador", subrayó.
"Estoy seguro de que podemos superar la epidemia. He hecho lo que he podido, y nunca me arrepentiré", afirmó el mensajero Wang.