BEIJING, 25 mar (Xinhua) -- Como en la crisis financiera internacional de 2008, el mundo vuelve a estar en un momento crucial. Esta vez, sin embargo, lo que está en juego es no solo la salud de la economía mundial, sino también la de la propia humanidad.
Superar estas dos crisis "gemelas", la virulenta pandemia de coronavirus y las vacilaciones de la economía mundial, requiere una orientación decidida, así como una respuesta multilateral rápida y coordinada.
Arabia Saudita, que preside este año el Grupo de los 20 (G20), organizará una cumbre virtual de emergencia el jueves.
La reunión no podía llegar en un momento más apropiado.
Será la primera vez que los líderes de las 20 mayores economías del planeta celebrarán una "telecumbre" desde que el grupo, que en un principio reunía solo a ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales, se convirtió en la principal plataforma mundial de cooperación económica internacional en 2008 y ayudó al mundo a capear la peor crisis económica global desde la Gran Depresión de 1929.
La situación es, esta vez, mucho más intrincada. Terminar con la pandemia, que ha obligado a cierres de fábricas y empresas en muchas partes del mundo, y revitalizar la economía global parecen dos misiones contradictorias.
Hasta la fecha, muchos Gobiernos han tomado medidas para contener la enfermedad y rescatar sus economías. Sin embargo, las repetidas caídas en los mercados de valores indican que no son suficientes para calmar la incertidumbre de los inversores y restaurar la confianza.
En este momento dramático, los miembros del G20, cuyas economías representan en torno al 90 por ciento del producto bruto mundial, el 80 por ciento del comercio mundial y en torno a dos tercios de la población total en el mundo, deberían de nuevo dar un paso al frente, aunar esfuerzos y defender una respuesta mundial colectiva y bien organizada.
La tarea más urgente para poner fin a la pandemia lo antes posible es restaurar la confianza en los abatidos mercados mundiales.
Según las últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), COVID-19, la enfermedad causada por el nuevo coronavirus, suma más de 370.000 casos en todo el mundo y más de 16.000 muertos.
La pandemia, que se sigue extendiendo, es la razón del pánico y la perturbaciones económicas.
Los miembros del G20 deberían estar unidos, compartir información esencial y alinear sus respuestas, a fin de atajar con eficacia la expansión del virus.
Un problema importante expuesto en la pandemia en curso es el déficit en la gobernanza de la salud pública mundial, lo que ha resultado hasta el momento en respuestas centradas en cada país, cuando la crisis está más allá de cualquier frontera.
A la larga, se debe fortalecer la arquitectura global de la salud común de la humanidad para enfrentar mejor futuras emergencias sanitarias y reforzar la confianza. Para hacerlo, la ONU y la OMS deberían tener un papel central.
Al mismo tiempo, las 20 principales economías del mundo deberían unirse al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial para luchar contra la caída de los mercados mundiales y evitar otra recesión en toda regla de la economía mundial.
La buena noticia es que el G20 ya se ha puesto en marcha. Los jefes financieros y de los bancos centrales del grupo acordaron el lunes, durante una reunión televisada para abordar los riesgos de las vulnerabilidades de la deuda, desarrollar un plan de acción conjunto en respuesta a la pandemia, así como apoyar la estabilidad financiera y aliviar las restricciones de liquidez para los mercados emergentes y las economías en desarrollo.
La mala noticia es que el proteccionismo y el aislacionismo suelen estar en auge cuando hay crisis. Los miembros del G20 deben hablar con una sola voz para reafirmar el multilateralismo y encontrar un camino para que el comercio mundial siga fluyendo en medio de las medidas restrictivas que deben tomarse para contener el virus.
La pandemia no debe tomarse como una excusa para desarmar las cadenas de suministro mundiales ni para dirigir la economía de cada país "de muro a muro".
Hace unos 10 años, en el apogeo de la crisis financiera internacional, el G20 logró salvar la economía global y demostró que el ser humano es capaz de enfrentar una crisis si recurre a la solidaridad.
Esta vez la lucha es si cabe más difícil y los intereses mucho más altos. El G20 debería una vez más concentrar la confianza de todos los países en que, mientras la comunidad internacional trabaje junta y de buena fe, la victoria es posible.
(Web editor: 吴思萱, 赵健)