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El "peor secretario de Estado de la historia" necesita un cambio de opinión sobre China

Pueblo en Línea  2020:04:13.15:36

Por Curtis Stone

Washington, 13/04/2020 (El Pueblo en Línea) -A medida que la pandemia se agrava en Estados Unidos, algunos intensifican sus ataques a China como una forma de quitarse las críticas de encima. Tal es el ejemplo de Mike Pompeo, secretario de Estado, quien desde el brote del nuevo coronavirus ha sido uno de los críticos más laboriosos contra China. Jackson Diehl, editor adjunto de la página editorial del Washington Post, señaló que la insistencia de encarpetarle el virus a China demuestra que la administración estadounidense le otorga más valor a anotarse un punto retórico contra la nación asiática que a trabajar en comunidad con los demás países. En un momento donde lo que se necesita es una mayor unidad, esta malsana obsesión está dividiendo al mundo.

 

Mike Pompeo, secretario de Estado de EE.UU. (Foto: Xinhua)

Pompeo, a quien Diehl califica "entre los peores secretarios de Estado de la historia" debido a su errático proceder durante la pandemia, parece estar agonizando en una cruzada sin sentido contra China. Después de que el presidente Donald Trump se retractó de asociar el nuevo coronavirus con China, Pompeo bien podría haber depuesto su lenguaje estigmatizante. Sin embargo, en sus declaraciones públicas sigue aprovechando todas las oportunidades para culpar a China por la mala respuesta de la administración estadounidense ante la crisis de salud pública que atraviesan. Su enconada obsesión de culpar a China evidencia que, aunque ha cambiado algunas de sus palabras, no ha sostenido ningún cambio de opinión.

Con la mayor parte del mundo en cuarentena o distanciado debido al azote del nuevo coronavirus, lo que en realidad debe importar ahora es encontrar formas de unirse para vencer. Enlodar a China no hará que los estadounidenses se inmunicen contra el virus, como tampoco cambiará el hecho de que la administración Trump en un principio no tomó en serio la amenaza. El resultado de su fracaso exhibe el triste mérito de encabezar la lista mundial de infecciones y muertes por el nuevo coronavirus.

Aunque hay un aspecto competitivo en las relaciones China-EE.UU., la pandemia no es momento para irse de juerga contra China. Ese insensato proceder creará más dificultades. La amenaza del nuevo coronavirus y el lenguaje estigmatizante esgrimido ha provocado un aumento del racismo en todo el mundo, especialmente hacia los asiáticos. La revista científica británica Nature destacó este punto en un editorial, afirmando que la pandemia está alimentando "un racismo y una discriminación deplorables". Nature también se disculpó por emparentar el nuevo coronavirus con la ciudad de Wuhan y con China. "Que lo hayamos hecho fue un error de nuestra parte, asumimos la responsabilidad y nos disculpamos".

Esa declaración de Nature refleja mucho más que un cambio de retórica: constata un cambio en el sentir. Y constituye un ejemplo a seguir. Los virus infectan a cualquier tipo de ser humano, sin importar el lugar de procedencia o la nacionalidad. Todos debemos estar en guardia contra la enfermedad del racismo. A lo largo del desarrollo de la pandemia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha hecho sonar la alarma sobre los peligros de asociar una nueva enfermedad mortal con un lugar o un pueblo determinados. Recientemente, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, advirtió contra la politización del nuevo coronavirus, a menos que "quieran tener muchas más bolsas de cadáveres".

Esa dura declaración del director general de la OMS es un escalofriante recordatorio de que el nuevo coronavirus representa una amenaza para todos los habitantes de este planeta. independientemente de quiénes seamos o dónde vivimos, todos estamos a bordo del mismo barco.

El nuevo coronavirus ha tenido un fuerte impacto en el mundo. Hay muchos países que siguen luchando a brazo partido para controlar la situación. Esto es particularmente real en los Estados Unidos de hoy. De acuerdo a los datos de la Universidad Johns Hopkins, que ha estado rastreando el virus, hay casi 1,8 millones de casos confirmados en todo el mundo. Del total, Estados Unidos representan alrededor del 30 por ciento.

Es fácil culpar a alguien, a pesar de que los científicos y expertos de la salud todavía tengan muchas preguntas por despejar sobre los orígenes del nuevo coronavirus. No debemos apresurarnos a juzgar por razones políticas. Todos hemos escuchado el viejo adagio de que la correlación no forma causa. Como China ha señalado, ser el primer país en informar sobre el brote no significa necesariamente que el nuevo coronavirus se originó en su territorio. El hecho de que el virus haya infectado a una tigresa del zoológico del Bronx, en Nueva York, demuestra lo rápido que puede moverse entre especies. Y también nos recuerda lo poco que hoy sabemos sobre el nuevo coronavirus.

También hay que tener en cuenta que muchas de las personas que están ansiosas por vincular el virus con China son las mismas que se alegran cuando logran retratar a China como el "hombre del saco" del planeta. Pompeo es uno de ellos. Y Bill Maher, presentador de Real Time en HBO, quien recientemente despotricó de manera racista contra China por el nuevo coronavirus, vociferando que "deberíamos culpar a China" y que el problema del virus "todo eso tiene que ver con China". Asimismo, el senador estadounidense Tom Cotton todavía se niega a deponer la conspirativa teoría de que China pudo haber producido el virus en un laboratorio.

Las emociones o las agendas no deben sustituir a las conclusiones científicas, especialmente en un momento de crisis. Politizar el nuevo coronavirus no hará más que empeorar la ya sombría situación, no sólo en Estados Unidos sino en el mundo entero. Los virus no conocen fronteras. Es por ello por lo que trabajar juntos es la única manera de tener éxito en esta difícil lucha.

La historia ha demostrado que China y Estados Unidos pueden unirse en momentos de crisis. En 2008, el colapso del cuarto banco de inversión más grande de Estados Unidos, el Lehman Brothers, creó un enorme desastre económico aunque también abrió una puerta a la cooperación. Henry Paulson, entonces secretario del Tesoro de Estados Unidos, elogió la cooperación con China para domar la confusión y expresó su esperanza de que se estableciera un mayor diálogo.

"Está claro que China acepta su responsabilidad como una economía mundial importante, que trabajará con Estados Unidos y otros socios para asegurar la estabilidad económica mundial", subrayó Paulson.

Aunque la crisis financiera del 2008 es noticia de periódico de ayer, el nuevo coronavirus abre hoy otra puerta para la cooperación. Será vergonzoso desaprovechar esta oportunidad en beneficio de toda la humanidad y utilizarla como arma política para intentar anotarse goles a balón parado.

(Web editor: 周雨, 赵健)

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