La Región Autónoma de Mongolia Interior, 04/01/2021 (El Pueblo en Línea) -"Si me preguntas qué es una vida mejorada, creo que puedes apreciar los cambios en la vida de mi familia y lo entenderás", afirma Morigendaoriji, un pastor local que vive en el interior del desierto de Kubuqi, en la Región Autónoma de Mongolia Interior. La entrevista transcurre con alegría, frente a la yurta blanca de su familia, mientras señala su cobertizo, su gran rebaño de ovejas y un automóvil.
Hace apenas dos décadas la familia de Morigendaoriji luchaba por llegar a fin de mes.
"Ahora mi familia tiene más de 500 ovejas y más de 40 cabezas de ganado. Los sauces rosados que plantamos en los primeros años para el control de la desertificación pueden traernos un ingreso anual de hasta 60.000 renminbi (9.204 dólares estadounidenses)", asegura Morigendaoriji a Pueblo en Línea.
La familia de Morigendaoriji ha vivido durante generaciones en la aldea de Aolengwusu, en el municipio de Duguitala, Hangjin Banner, en la ciudad de Erdos. Situada en lo profundo del desierto de Kubuqi, también conocido como el "mar de la muerte", durante mucho tiempo la aldea de Aolengwusu había sufrido la presencia de un duro entorno natural y malas conexiones de transporte.
Durante la mayor parte de su vida, Morigendaoriji ha tenido que luchar contra la desertificación en el desierto de Kubuqi. Su abuelo le aseguró que una vez gozaron de buenos parajes con abundante vegetación y agua. Sin embargo, Morigendaoriji nunca había visto esos lugares.
"Cuando era joven, apenas había vegetación. Nuestras casas y ovejas a menudo yacían enterradas en la arena durante el clima con viento", recuerda Morigendaoriji, y añade que lo único que su abuelo dejó al fallecer eran varias ovejas y sauces rosados, así como el deseo de que las plantas y las ovejas prosperaran en el desierto.
Teniendo en cuenta las últimas palabras de su abuelo, Morigendaoriji siempre estuvo decidido a no alejarse del terruño por difícil que fuera la vida. Mientras tanto, juró que haría todo lo posible para controlar el avance de la arena.
"No habían caminos. Nuestra único medio de transporte era un carro tirado por un burro. Dado que las ruedas con frecuencia se hundían en la arena, a menudo teníamos que empujar el carro y conducir el burro en lugar de sentarnos encima del carretón. Durante los días con viento, cuando la arena soplaba a mares, el camino desaparecía y a menudo nos perdíamos en el desierto", asegura Morigendaoriji a Pueblo en Línea.
Lo más difícil fue conseguir posturas de Mongolica Salix y sauces rosados desde el municipio de Duguitala, situado a 40 kilómetros de distancia. Morigendaoriji recalcó que un viaje de ida y vuelta a Duguitala le tomaba de cuatro a seis días.
Morigendaoriji pasaba todo su tiempo buscando sauces, plantando árboles, encontrando caminos y vendiendo ovejas. Un día se enteró de que una carretera estaba a punto de ser construida en su ciudad natal. Enseguida comprendio que buenos cambios ocurrirían.
El 16 de junio de 1997, decenas de miles de personas llegaron al desierto de Kubuqi y comenzaron a construir una carretera en el "mar de la muerte". Debido a que no había carretera ni agua ni electricidad en el desierto, todos los constructores tenían que llevarse la comida con ellos y vivir en el desierto. En ese clima abrasador y de frecuentes tormentas de arena no tenían maquinaria moderna. Todo lo que necesitaban construir tenía que hacerse con sus propias manos.
"Una vez nos despertamos para descubrir que nuestras tiendas de campaña había sido removidas por los fuertes vientos de la noche, e incluso una sección del lecho de la carretera que acababamos de terminar se había esfumado", recordó Guo Shudong, director del Departamento de Planificación de la Oficina de Transporte de Hangjin Banner.
"Hacer que las aldeas y los pastos se conectaran con el mundo exterior y poner la vida en marcha era nuestro objetivo y responsabilidad", asegura Guo, y reconoce que la carretera a través del desierto no sólo llevaba la esperanza de los pastores, sino que también era un enfoque importante para el desarrollo económico, el progreso social y la mejora ecológica de Hangjin Banner.
Finalmente en octubre de 1998, la carretera S215 de tercer nivel de 115 kilómetros de largo con superficie de grava de arena fue la primera carretera que pasó por el interior del desierto de Kubuqi. En mayo de 1999 se inició el proyecto de la segunda fase para asfaltarla. En octubre de 1999 se inauguró.
Un total de más de 60.000 personas participaron en la construcción de esta importante carretera, que ahora está rodeada de interminables pastos verdes.
"Después de que el camino se abriera al tráfico, los traficantes de ovejas podían llegar a mi casa mucho más fácil, por lo que las ovejas que crié podrían venderla a buenos precios. Ya he pagado más de 100.000 reminbi de préstamos bancarios y todo el dinero que pedí prestado de otros", se ufana Morigendaoriji con una gran sonrisa.
A medida que han ido ocurriendo sustantivos cambios en su ciudad natal, tres nuevas autopistas a través del desierto de Kubuqi, incluyendo la sección recientemente renovada de S215 entre los municipios de Duguitala y Xini, se abrieron al tráfico el 18 de septiembre de 2019, cuando la antigua carretera a través del desierto se convirtió en la carretera A del condado X651.
"El nuevo S215 fue construido de acuerdo con los estándares de las carreteras de primer nivel. Más amplia y más conveniente. Ahora los pastores pueden llevar sus ovejas y vacas a la feria y enviar a sus hijos a las escuelas de forma expedita. Por la nueva carretera también fluyen los recursos de la localidad como la cachemira, el regaliz, el milagro, el argil y el gas natural, formando un importante cinturón económico", enumera Guo con gran entusiasmo.