LA HABANA, 4 septiembre, 2021 (Xinhua) -- El teniente coronel retirado, José Antonio Subires, técnico en motor y fuselaje de aviones de guerra, deposita una ofrenda floral en el Monumento a la memoria de los chinos que combatieron por la independencia de Cuba, en La Habana, capital de Cuba, el 4 de septiembre de 2021. En septiembre de 1961, un grupo de 223 jóvenes cubanos viajó a China para estudiar durante dos años en Shenyang, en la provincia nororiental china de Liaoning, y en la ciudad de Linfen, en la provincia norteña de Shanxi, para crear a la entonces naciente Fuerza Aérea cubana. (Xinhua/Joaquín Hernández)
Por Raúl Menchaca
LA HABANA, 4 sep (Xinhua) -- A los 80 años de edad, el retirado teniente coronel José Antonio Subires no deja de pensar en China, una nación donde hace seis décadas se formó como técnico en motor y fuselaje de aviones de guerra.
Con apenas 19 años de edad, Subires llegó a la ciudad de Shenyang, en la provincia nororiental china de Liaoning, donde recibió una exquisita instrucción que le abrió las puertas al mundo de la aviación de combate.
El ex militar integró un grupo de 223 jóvenes cubanos que estudiaron durante dos años en Shenyang y en la ciudad de Linfen, en la provincia norteña de Shanxi, para crear a la entonces naciente Fuerza Aérea cubana.
La recién triunfante Revolución Cubana estableció relaciones diplomáticas con China en septiembre de 1960, con lo que se convirtió en la primera nación latinoamericana que constituyó esos lazos, ahora a punto de cumplir 61 años.
Necesitada de defenderse y reconfigurar su fuerza aérea, Cuba pidió ayuda para formar pilotos. La antigua Checoslovaquia asimiló a unos 60 jóvenes, la antigua Unión Soviética a unos 100, y China, de manera incondicional, asumió al grupo mayor, en septiembre de 1961.
De aquellos que fueron a China, 118 se instruyeron como pilotos de guerra y otros 105 como técnicos en diferentes especialidades de la aviación militar.
Subires era entonces un joven proveniente de una familia campesina de la localidad de Cumanayagua, en la sureña provincia cubana de Cienfuegos, de donde fueron escogidos una veintena de muchachos para seleccionar a quienes irían a China.
De aquel grupo, sólo Subires fue elegido y partió en el último de los cinco grupos de cubanos que volaron hasta China hace 60 años.
"Los instructores chinos nos acogieron como a sus hijos, a pesar de que el país pasaba entonces por un momento muy difícil. Ellos hacían lo imposible por hacernos la vida más fácil", recordó en diálogo con Xinhua.
El ex técnico de aviación está convencido de que la preparación recibida en China garantizó la defensa del país y sobre todo la supervivencia de una Revolución que ha vivido para permanente acoso.
"Aprendimos lo suficiente para poder asimilar nuevas técnicas que llegaron al país después, y así poder defender con más posibilidades a la Revolución", afirmó Subires, en referencia a los cazas Mig-17 con lo que se instruyeron en China, pero también a los Mig-19 y Mig-21 que más tarde tuvieron en Cuba.
Hoy, seis décadas después, Subieres y un grupo de sus compañeros se reunieron en una céntrica esquina de La Habana para colocar una ofrenda floral ante el Monumento a la memoria de los chinos que combatieron por la independencia de Cuba.
Fue un acto sencillo, pero solemne de quienes se consideran hijos de la Nueva China y aseguran estar unidos para siempre con esa lejana nación.
"Teníamos 16 o 17 años, pero nos adaptamos a China por el cariño con que nos recibieron los profesores, personas a las que nunca hemos olvidado", aseguró el retirado coronel y piloto de guerra, Manuel Rojas.
Para Rojas, un hombre alto y delgado, de 78 años, aquel viaje fue "la aventura de nuestras vidas", porque en plena adolescencia se enfrentaron a un mundo desconocido y a una especialidad con la que muy pocos soñaban.
"Nuestro curso fue ejemplar y durante más de 30 años estuvimos volando y defendiendo el cielo de la Patria, gracias a los conocimientos que adquirimos en China", comentó con un deje de orgullo.
Aquellos muchachos que formaron el núcleo de la Fuerza Aérea de Cuba han perdido la juventud e incluso muchos la vida, pero quienes siguen vivos, hoy venerables abuelos con el pelo poblado de canas y llenos de vivencias, sienten a China tan cerca como cuando llegaron allá hace 60 años.
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