Debido al impacto de la epidemia, unas 300.000 flores en la aldea de Qilihe, condado Yixian en Jinzhou, provincia de Liaoning, China, no se podían vender y estaban destinadas a pudrirse.
Empresas humanitarias y de logística tuvieron el detalle de transportarlas de forma gratuita. Todas esas flores se entregaron al personal médico, cuadros comunitarios y voluntarios en la primera línea de batalla contra la epidemia.