Yan Cong toca una flauta mientras toma un descanso durante el patrullaje fronterizo. [Foto: China Daily]
Por Li Yingqing y Ye Zizhen
Al analizar el aspecto de su piel, enseguida se entiende que Yan Cong pasa mucho tiempo al aire libre expuesto al sol, al viento y a la lluvia.
Vestidos con un abrigo de camuflaje verde oscuro y portando un cuchillo en forma de media luna, Yan y sus colegas patrullan unos 350 días al año una sección de 7 kilómetros de la frontera de China con Myanmar.
En las últimas cinco décadas, Yan ha caminado más de 100.000 kilómetros. Los oficiales van y vienen, pero Yan se ha quedado protegiendo su terruño.
"Las patrullas fronterizas han cambiado varias veces, pero Yan Cong todavía está aquí, ofreciendo orientación e información a los nuevos oficiales de policía", resalta Duan Yuanbin, agente fronterizo que ha trabajado con Yan durante dos décadas.
Nacido en 1960 y criado en Ximeng, provincia de Yunnan, Yan recuerda que cuando él era niño los traficantes de drogas y contrabandistas con frecuenciacruzaban la frontera. En aquel entonces, él sentía la necesidad de proteger la frontera de su país y de su aldea.
"Necesitábamos hacer algo para que los contrabandistas supieran que había personas patrullando, y que podrían ser atrapados", afirma.
Tras la fundación de la República Popular China, en 1949, su padre fue uno de los primeros en patrullar la frontera. Le enseñó a su hijo, y más tarde a su nieto, que proteger el país era una parte importante de la vigilancia del hogar. El anciano del grupo étnico Va es el jefe de una aldea en Ximeng.
Con el tiempo, patrullar la frontera se ha convertido en una tradición familiar, y los marcadores de límites a lo largo de la frontera son sus tesoros familiares. En un programa de la Televisión Central de China sobre la juventud que da forma al futuro, Yan Hu, el hijo de Yan Cong, compartió la historia familiar de la vigilancia de la frontera en los últimos 56 años.
“No es fácil”, admitió Yan Hu. “No hay carreteras, y a veces hay animales peligrosos en el bosque.”
"Además, las espinas y las malas hierbas crecen desenfrenadas a lo largo del sendero si no lo caminas con frecuencia. Un guía es necesario para aquellos que no están familiarizados con la ruta", añadió.
Yan Cong (a la derecha) lidera un equipo de agentes de la policía fronteriza que están de patrullaje a lo largo de la frontera de China con Myanmar del condado Ximeng, provincia de Yunnan. [Foto: China Daily]
Cuando tenía 10 años, Yan Cong comenzó a patrullar la frontera por su cuenta.
Una noche oscura, cuando Yan Cong trató de limpiar el rastro de espinas bajo la lluvia, accidentalmente se cortó la pierna. A veces le duele, incluso ahora, porque le tomó tiempo recibir tratamiento. Sin embargo, no se arrepiente.
"La primera vez que patrulé la frontera con mi padre y los oficiales de la policía fronteriza yo tenía 6 años y me quejé de que el sendero era muy largo. Papá me confirmó que era interminable, y me animó a seguir adelante", destaca Yan Hu.
Un viaje de ida dura alrededor de seis horas. Cuando tienen hambre meriendan. Además, tocan instrumentos o escuchan música mientras toman un descanso.
"Cuando pasamos los marcadores de piedra, mi padre siempre me pide que los toque. Cuando lo hago, es como si pudiera sentir sus esfuerzos y los de mi abuelo, y su devoción", detalla Yan Hu.
En 1993, Yan Cong vio la instalación de los marcadores de límites No. 180 y No. 181.
En las patrullas, a menudo cuenta la historia de cada marcador de límites a los otros oficiales y enfatiza la importancia de proteger la frontera a los miembros más jóvenes.
"Ante mis ojos, mi padre y mi abuelo aunque personas comunes, también son héroes", precisa Yan Hu.
"Continuaré la misión y patrullaré la frontera con mi padre", asegura el abnegado joven.
(Web editor: 吴思萱, Zhao Jian)