Por Li Zhiwei, Diario del Pueblo
Estados Unidos ha sido ampliamente condenado por su racismo sistémico y a largo plazo contra los grupos étnicos minoritarios y los inmigrantes en su sistema de justicia.
Si bien las personas de color constituyen el 37% de la población de EE.UU, representan el 67% de la población carcelaria del país.
La incidencia de violaciones de derechos humanos es particularmente alta en los centros de detención de inmigrantes a lo largo de las fronteras de Estados Unidos.
Los datos sugieren que durante el año fiscal 2021, el gobierno de EE.UU detuvo hasta 1,7 millones de inmigrantes ilegales, de los cuales el 80% estuvo recluido en centros de detención privados con duras condiciones, incluido un gran número de niños inmigrantes.
Entre los 266.000 niños inmigrantes detenidos por Estados Unidos en los últimos años, más de 25.000 han estado detenidos durante más de 100 días.
“Había cerca de 5.000 niños allí (refugio de 'ingreso de emergencia' erigido en el desierto de Fort Bliss), y unos 1.500 niños todavía están detenidos en el lugar, donde las condiciones en tiendas 'repletas' se asemejan a un corral de ganado, lugares traumatizantes y peligrosos para la salud y seguridad de los niños”, informó El Paso Times.
Entre abril y junio de 2018, la administración Trump implementó una política de “tolerancia cero” hacia la inmigración ilegal en la frontera entre Estados Unidos y México.
Según la política, los inmigrantes ilegales adultos eran procesados por el gobierno de EE.UU y retenidos en prisiones federales o deportados, y sus hijos estaban bajo el cuidado del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. Un gran número de niños inmigrantes se vieron obligados a separarse de sus padres.
Según el Southern Poverty Law Center (SPLC), una organización estadounidense sin fines de lucro comprometida con la defensa de los derechos civiles y la igualdad racial, un total de 4.368 niños fueron separados de sus padres o tutores debido a esta política, y muchos aún no habían encontrado sus padres a finales de 2020.
Según más de 160 informes internos del gobierno de EE.UU, los funcionarios fronterizos de EE.UU han cometido muchas malas conductas y abusos contra inmigrantes, incluidos abusos verbales, físicos e incluso sexuales, señaló un informe publicado por la organización no gubernamental internacional Human Rights Watch (HRW) el pasado octubre.
También hay denuncias de duras condiciones de detención, negación de atención médica y otros fenómenos en la frontera, según el informe.
“...los abusos contra los derechos humanos proliferan en los centros de detención del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos. La privación intencional (p. ej., ser retenido en una habitación fría sin una manta o que le sirvan comida podrida), el abuso físico y verbal por parte de los guardias, la agresión sexual y la violación ocurren con demasiada frecuencia... De hecho, una revisión médica independiente de las muertes en detención encontró que en más de la mitad de las muertes analizadas, la negligencia médica había desempeñado un papel importante”, dice un artículo de Eillen Martínez y otros dos académicos estadounidenses, que se publicó recientemente en Medpage Today, un proveedor de servicios de noticias médicas basado en la web.
Las estadísticas muestran que en EE.UU, los afroamericanos tienen seis veces más probabilidades que los blancos de ser encarcelados en prisiones. Uno de cada tres hombres afroamericanos nacidos en EE.UU puede esperar ir a prisión al menos una vez en su vida, en comparación con uno de cada 17 hombres blancos.
Según la National Public Radio (NPR), los afroamericanos tienen cuatro veces más probabilidades que los blancos de ser arrestados por posesión de marihuana; y los hombres negros pasan un promedio de 20% más tras las rejas en prisiones federales que sus los blancos por los mismos delitos.
Un artículo publicado en el sitio web de la revista Forbes señaló que los presos afrodescendientes son los más propensos a sufrir abusos por parte del personal penitenciario entre todos los internos, lo que los hace más sujetos a traumas psicológicos y más discriminados cuando se reinsertan en la sociedad.
Las prisiones privadas en EE.UU tienen una proporción significativamente mayor de reclusos de color y una desigualdad racial más evidente. Es probable que los grupos de bajos ingresos, en su mayoría personas de color, sean detenidos porque no pueden pagar la fianza y, finalmente, se les presiona para que se declaren culpables. Por lo general, no pueden cumplir con los estrictos requisitos relacionados con las multas o la libertad condicional, y terminan convirtiéndose en mano de obra barata a largo plazo en prisiones privadas.
La desigualdad racial en las prisiones estadounidenses, especialmente en las prisiones privadas, es el epítome del racismo sistémico de larga data del país.
Estados Unidos tiene una oscura historia de explotación de las vidas de grupos desfavorecidos (por lo general, personas de color) en beneficio de los poderosos: desde la esclavitud colonial hasta el trabajo poco cualificado, los códigos negros y las leyes de Jim Crow, el gobierno ha sancionado esta práctica, señaló la organización estadounidense sin fines de lucro Abolish Private Prisons, que cree que “encerrar a personas con fines de lucro es simplemente la última encarnación de la esclavitud”.
Un grupo de expertos no partidista y sin fines de lucro, Interrogating Justice, señaló que las prisiones privadas en EE.UU son el producto de una relación simbiótica entre los departamentos de policía, los sistemas judiciales, las empresas de transporte, los proveedores de alimentos y otros departamentos y negocios, todos los cuales se benefician del encarcelamiento masivo. Algunos creen que la industria de las prisiones privadas de EE.UU está profundamente arraigada en la esclavitud y, según algunos, ha modernizado el trabajo esclavo patrocinado por el estado.
El escritor estadounidense Jabari Asim cree que la idea de que los afroamericanos pueden cometer un delito simplemente por existir es más que un concepto erróneo racista profundamente arraigado; también es una idea arraigada en la necesidad del capitalismo de una mano de obra barata y explotable. Asim señaló que las prisiones privadas están diseñadas específicamente para que los estados puedan beneficiarse del trabajo casi gratuito proporcionado por las personas encarceladas.
(Web editor: Zhao Jian, 周雨)