BEIJING, 6 jul (Xinhua) -- El 7 de julio se cumple un aniversario que debe ser recordado tanto por los chinos como por los japoneses.
Hace 77 años, en el Puente Lugou, conocido como el Puente Marco Polo por los occidentales, las tropas japonesas atacaron a los defensores chinos en la fortaleza cercana de Wanping, lo que marcó el comienzo de la Guerra Antijaponesa de ocho años de duración.
Civiles fueron asesinados con armas de fuego, bombas, gas y armas biológicas, las mujeres fueron violadas y los trabajadores forzados fueron torturados hasta morir.
Se trató de una tragedia devastadora no sólo para China sino también para los japoneses.
Sin hacer caso a las objeciones de los amantes de la paz en el país, los fascistas belicosos lanzaron la guerra, obligando a los soldados japoneses a derramar su sangre lejos de su patria y que mujeres y niños quedaran desvalidos en casa. Las personas que provocaron la guerra marcaron a su propio país con humillación a lo largo de la historia.
Además, 77 años después, el gobierno japonés se niega a hacer un análisis introspectivo sobre lo que hizo en el pasado.
El gabinete del primer ministro Shinzo Abe avaló el martes una reinterpretación de su Constitución pacifista a favor del derecho a la autodefensa colectiva, el desafío más reciente a los límites internacionales. Un japonés incluso se prendió fuego en protesta por la acción.
Desde la bufonada de la "nacionalización" de las Islas Diaoyu de China por parte del gobierno japonés, hasta la ridícula visita de Abe al Santuario Yasukuni y hasta la reinterpretación de la Constitución pacifista, los derechistas en Japón han iniciado una serie de provocaciones.
La guerra es el infierno, pero siempre existen demonios que tratan de propagar la guerra y de pisotear la paz.
Nacido en un país insular con recursos naturales limitados, el pueblo japonés es respetado por su diligencia y conciencia sobre el ahorro de energía. Sin embargo, siempre existe un pequeño número de gente que trata de saquear los recursos de otros países por medio de la invasión, sin importar si causa catástrofes a los vecinos, incluidos la Península de Corea, la India, Vietnam, Filipinas y China.
Han pasado décadas. Con los esfuerzos comunes de los líderes gubernamentales y civiles que aman la paz, China y Japón han fortalecido enormemente sus relaciones económicas e intercambios culturales dejando atrás el odio. Pero algunas personas en Japón ahora están tratando de alterar el orden internacional de posguerra al ignorar la historia, algo que ningún amante de la paz de ningún país desea ver.
China tiene una cultura profundamente arraigada de búsqueda de la paz y espera que el gobierno de Abe cese sus provocaciones. De otra forma, tendrán que tomar su medicina.