HARBIN, China, 15 ago (Xinhua) -- Testimonios de ex soldados japoneses han revelado una vez más las atrocidades inhumanas cometidas en China durante la Segunda Guerra Mundial.
Museos de la provincia de Heilongjiang, noreste de China, publicaron testimonios antes del aniversario de la rendición de Japón, que se conmemora hoy, como prueba de los crímenes de guerra de los japoneses en China.
Los testimonios han sido recabados por Jin Chengmin, curador del Museo de la Evidencia de los Crímenes de Guerra de la Unidad 731 del Ejército Japonés, a través de catedráticos, visitas y entrevistas desde 1998.
NEGOCIO FEROZ
Ken Yuasa fue cirujano en el Hospital Militar Lu'an cuando los japoneses invadieron la provincia de Shanxi, en el norte de China. En su testimonio señala: "Participé directamente en siete vivisecciones en las que murió un total 14 chinos".
Al describir la primera vivisección, Yuasa dijo: "Era un día frío de marzo de 1942. El director del hospital nos dijo que comenzáramos a practicar vivisecciones. La idea de renunciar de inmediato pasó mi mente por un segundo, pero entonces obedecí, porque era una orden del emperador".
"Corte con fuerza. Era suave por dentro y no pude encontrar el órgano, así que corté de nuevo. Metí mi mano y así fue que lo hallé. Entonces avancé hacia la tráquea. La persona usada para el experimento seguía riendo cuando corté el cuello y la sangre brotó. Todavía puedo recordar todo claramente... Creo que me convertí en un demonio, había dejado de ser humano", indicó.
En 1956, Yuasa fue absuelto de la acusación por parte del gobierno chino y regresó a Japón. Luego publicó un libro en el que confesó sus crímenes.
"Estos crímenes inhumanos son intolerables, pero ahora en Japón algunos todavía piensan que matar durante la guerra es aceptable y algunos niegan sus crímenes de guerra", señaló Yuasa.
LOS FUGITIVOS DEBEN MORIR
Para desarrollar armas bacteriológicas, la Unidad 731 llevó a cabo experimentos con bacterias en humanos.
Sadao Koshi, un ex conductor de la Unidad 731, dice en un video que él participó en experimentos con decenas de humanos y que una vez 40 personas murieron cuando trataron de escapar.
El testimonio de Koshi fue donado por Masataka Mori, un profesor de la Universidad japonesa de Shizuoka, quien lo grabó en 1994.
Koshi declaró que "la gente era llevada a un campo y era atada a postes. Se les ponían cacos y escudos para proteger las partes vitales de sus cuerpos, dejando sólo brazos, piernas y cadera al descubierto. Entonces aviones dejaban caer bombas con bacilos de plagas y colletotrichum".
"Cuando las bombas explotaban el líquido de la bacteria caía como lluvia y las víctimas comenzaban a gritar", señaló.
Koshi dijo que una vez un hombre se desató y ayudó a otros a escapar. "Los perseguimos en coche y los atropellamos uno a uno... Todavía puedo recordar la sensación cuando los golpeé".
Koshi publicó un libro en 1983 para dar testimonio sobre los delitos de él y la Unidad 731. Desde entonces, ha estado recibiendo llamadas y cartas de amenazas.
"Tengo que decir la verdad, así que si muero ahí no habrá lamentos", dice Koshi en el video.
"Todos estos testimonios son valiosos, narran la historia real", señaló Yang Yanjun, un investigador del Centro de Investigación de la Unidad 731 de la Academia de Ciencias Sociales.