Resuelto el enigma de las piedras reptantes en el Valle de la Muerte |
fuente:agencias
California, 29/08/2014(El Pueblo en Línea)-Después de más de setenta años de especulaciones de todo tipo, desde fenómenos paranormales, magnetismo, intervenciones alienígenas hasta las más diversas teorías geológicas, los investigadores estadounidenses creen haber resuelto el misterio de las piedras reptantes que se mueven solas en el Valle de la Muerte de Californi, en los Estados Unidos.
Estas rocas parecen cobrar vida en Racetrack, un lago seco y plano a 1,130 metros sobre el nivel del mar en el que dejan un rastro de movimiento, como si se desplazaran por propia voluntad. Las huellas dejadas en el suelo pueden ir en línea recta o ser curvas, prolongarse hasta decenas de metros y mezclarse unas con otras. ¿Cómo es posible?
Hasta ahora, a pesar de toda la atención que han suscitado, nadie había visto realmente cómo se mueven las rocas. Pero el pasado mes de diciembre, Richard Norris, oceanógrafo del Scripps Institution of Oceanography en La Jolla (California) y su primo James Norris, ingeniero, se convirtieron en los primeros testigos e incluso captaron imágenes del fenómeno en acción. Armados con cámaras time-lapse, una estación meteorológica y GPS, registraron la primera observación científica directa de los movimientos de las piedras.
Los Norris se dieron cuenta de que el proceso ocurre de la siguiente forma: la lluvia deja una capa de agua sobre la superficie seca de Racetrack, creando un finísimo lago superficial. Cuando cae la noche, bajan las temperaturas y el agua se congela, de manera que se forma una capa de hielo tan delgada como un cristal, de entre 3 y 6 mm, en la que las rocas quedan atrapadas.
Pero bien entrada la mañana, el hielo comienza a derretirse y se quiebra. Solo hace falta un viento suave de unos 5,4 m/s para mover las placas heladas, que se desplazan a bajas velocidades de entre 2 y 5 metros por minuto. La trayectoria está determinada por la velocidad del viento y la del agua que fluye bajo el hielo, de ahí que sean tan variables. Los investigadores vieron moverse más de 60 rocas.
A finales del invierno, se percataron de que la roca más viajera se había trasladado 224 metros.
El Valle de la Muerte, como su nombre indica, no es el lugar más agradable del mundo y permanecer allí para hacer las observaciones suficientes requiere demasiada energía y paciencia, además de tener la suerte de dar con las condiciones meteorológicas adecuadas para que se produzca el fenómeno.