BEIJING, 29 sep (Xinhua) -- Ha llegado el momento de que empresarios y analistas extranjeros dejen de pontificar sobre el crecimiento del producto interno bruto (PIB) de China y de que se adapten a la desaceleración de la economía y aprovechen las oportunidades de negocios que ofrece.
Después de tres décadas de rápida expansión y de esfuerzos meticulosos de China encaminados a adoptar un modelo de crecimiento más adecuado, la economía ha entrado en la siguiente etapa, la "nueva normalidad", caracterizada por un crecimiento de mejor calidad y constante, aunque más lento.
La fuerza laboral de China está disminuyendo conforme la población envejece con rapidez. Con los crecientes costos de mano de obra, el país está perdiendo la competitividad que alguna vez lo convirtió en el mayor comerciante de bienes del mundo.
Desde 2012, el sector de servicios en China ha superado a la industria secundaria para convertirse en el mayor contribuyente al PIB. La productividad en los servicios normalmente es menor a la de las fábricas, lo que significa que el crecimiento del PIB inevitablemente se desacelerará en la transición del país desde una economía dirigida por las inversiones hacia una economía impulsada por los servicios.
Independientemente de la situación, siempre hay personas negativas que hablan sobre sus cifras "exactas" de crecimiento del PIB o causan un revuelo por una inminente catástrofe económica.
Con la transición hacia la nueva normalidad, el consenso de los escépticos es que habrá menos oportunidades en esta nueva etapa.
Sin embargo, las conjeturas hacen poco para ayudar a los negocios o a la economía china.
El PIB de China fue de 10,4 billones de dólares en 2014, lo que representó el 13,4 por ciento del total mundial. Para una economía tan enorme, un crecimiento de siete por ciento, o menos, genera una cantidad sustancial de dinero y crea grandes oportunidades de negocios.
De acuerdo con el presidente Xi Jinping, en los próximos cinco años, China importará bienes y servicios por valor de 10 billones de dólares, invertirá 500.000 millones de dólares en el extranjero y será testigo de 500 millones de viajes realizados por chinos a otros países.
La acción más racional para los inversionistas extranjeros sería abordar sus actitudes de desventura y empezar a explorar el potencial de cooperación en los florecientes sectores chinos sin explotar.
Aunque las industrias que tradicionalmente han sido pilares en China están reduciéndose, la robótica, los vehículos basados en nuevas energías, el hardware de computadoras, los dispositivos inteligentes, los trenes bala, el comercio electrónico y los servicios de mensajería reportaron un crecimiento explosivo en el primer semestre de 2015.
Esto es un claro indicio de que la economía número dos del mundo está en medio de un período de transición crítico, en el que el mundo puede participar y del cual puede beneficiarse.
La cooperación en estos nuevos ámbitos de crecimiento no sólo ofrece a los inversionistas extranjeros buenos proyectos de inversión, sino que también apoya a China en la búsqueda de una transición económica sin contratiempos.
Xi ha hecho repetidas promesas en el sentido de que China se apegará a sus políticas de apertura y de que abrirá la "puerta todavía más al resto del mundo" para "buscar nuevo impulso de crecimiento y para compartir la nueva prosperidad con la comunidad internacional".
La puerta está siempre abierta y la inversión extranjera siempre es bienvenida.
Los inversionistas extranjeros harían bien en aprovechar este boleto dorado y abordar el tren rápido del desarrollo de China.