El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, señaló hoy que el combate al grupo extremista Estado Islámico (EI) "sigue siendo una batalla difícil".
"Como dije antes, el EIIL (otro acrónimo de EI) está atrincherado, incluso en zonas urbanas, se esconde detrás de los civiles y utiliza a hombres, mujeres y niños indefensos como escudos humanos", dijo Obama en el Pentágono tras reunirse con importantes asesores de seguridad nacional.
"Reconocemos que el avances tiene que producirse con más rapidez", dijo Obama.
En su segundo discurso sobre el combate al terrorismo transmitido por televisión en los últimos ocho días, Obama no mencionó ninguna modificación a la estrategia actual de la administración contra el EI en Irak o en Siria.
Se esperaba que Obama anunciara un mayor despliegue de tropas estadounidenses a pequeña escala en Irak.
En una conferencia de prensa realizada el viernes, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Ash Carter, reveló que Obama "ha indicado y expresado la disposición de incrementar" el número de tropas estadounidenses en territorio iraquí.
Desde el principio de la coalición contra el EI encabezada por Estados Unidos, la administración Obama se ha apegado a su estrategia original de capacitar fuerzas locales para realizar ataques terrestres contra el grupo, junto con la realización de incursiones aéreas.
El más reciente discurso de Obama sobre el combate al terrorismo se produce en un momento en el que una nueva encuesta Gallup encontró que la confianza de los estadounidenses en la capacidad del gobierno federal para proteger a sus ciudadanos de futuros actos terroristas ha llegado a su mínimo nivel histórico.
Actualmente, el 55 por ciento los estadounidenses señala que tienen "mucha" o una "considerable" confianza en que el gobierno de Estados Unidos protegerá a los estadounidenses del terrorismo, se indicó en la encuesta presentada la semana pasada a raíz del tiroteo en San Bernardino, California.
Esta cifra representa 33 por ciento menos que el nivel de confianza registrado poco después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.
Además, el 51 por ciento de los estadounidenses se siente al menos "algo preocupado" por el hecho de que sus familiares puedan convertirse en víctimas del terrorismo.