BEIJING, 27 dic (Xinhua) -- La promulgación de una ley antiterrorismo por parte de China representa un avance en la dirección correcta para un país que ha sido víctima de violentos ataques terroristas, especialmente en momentos en que la comunidad internacional enfrenta una ola de amenazas terroristas sin precedentes.
Adoptada por la máxima legislatura china este domingo y dirigida a crear un marco legal para China en el combate contra el terrorismo tanto en el país como en el exterior, la legislación no puede ser bajo ninguna concepto una excusa para que un país foráneo emprenda una crítica ofensiva y totalmente injustificada contra China.
Previo a la adopción de la ley, Estados Unidos manifestó "serias preocupaciones" sobre esta, argumentando que "haría más mal que bien" contra la amenaza del terrorismo.
Constituye un hecho conocido que arrojar basura sobre China en cada oportunidad es uno de los juegos favoritos de algunos en EEUU. Sin embargo, quizás muchos desconozcan cómo EEUU -que presume ser el líder mundial contra el terrorismo- llegó a tan sensacional e irresponsable conclusión sobre la legislación china.
La proclamada preocupación estadounidense gira alrededor de dos puntos, el primero relacionado con la petición del gobierno chino a las firmas tecnológicas para proveer claves de cifrados y otros datos sensibles en caso de investigaciones sobre actividades terroristas, y el segundo vinculado con las regulaciones más estrictas para la prensa a la hora de reportar noticias relacionadas con acciones terroristas.
Washington sostiene que los requerimientos técnicos conducirían a la violación de la privacidad de las personas y de los derechos de propiedad intelectual de las firmas estadounidenses. Dicho argumento, sin embargo, es un típico ejemplo de cómo "ignorar el elefante en la habitación", solo que en este caso hay dos elefantes.
Hoy en día, Internet es cada vez más usada por los grupos terroristas para difundir sus ideas extremistas, reclutar combatientes, canalizar fondos y planear ataques. Uno de los tiradores de una reciente matanza en el sur de California resultó haberse radicalizado a través de Internet.
Muchos países, incluido EEUU, han convertido en ley el deber de las firmas tecnológicas de cooperar en la vigilancia o investigaciones relacionadas con las actividades terroristas.
Aunque es una práctica común obligar a las firmas a ayudar a combatir el terrorismo, parece que EEUU ha ido más lejos al abusar del uso de las llamadas "puertas traseras" para convertirse en maestro mundial de las escuchas ilegales, no solo para espiar a ciudadanos estadounidenses comunes y corrientes, sino también a prominentes líderes extranjeros.
En cuanto a la preocupación norteamericana sobre las posibles limitaciones de la libertad personal, cualquiera con una mente sobria entiende la necesidad de sacrificar una pequeña porción de los derechos personales si es lo que se necesita para preservar el máximo derecho personal a vivir.
Las preocupaciones estadounidenses por la restricción a la prensa bajo la nueva ley no es más que una noción inverosímil, dado que China ha albergado a muchas organizaciones periodísticas extranjeras y sus reporteros han tenido acceso incluso a las más altas oficinas gubernamentales durante años.
Las diferentes restricciones sobre los medios impuestas por la nueva ley solo buscan prevenir los crímenes por imitación, proteger al personal antiterrorista en la primera línea y evitar que la sociedad sufra daños a causa de rumores.
Admítalo o no, Estados Unidos es el creador de los caldos de cultivo del terrorismo. Sus actividades militares en Afganistán, Irak, Libia y Siria han convertido a dichos países en caldos de cultivo del terrorismo.
En pocas palabras, las críticas de EEUU contra la legislación antiterrorista china es simplemente otro caso de la aplicación del doble rasero de Washington al abordar el terrorismo.