La "Ruta de la Seda del Siglo XXI" debe extenderse hasta Latinoamérica |
(Foto de archivo)
Por Gonzalo Gutiérrez Reinel
Pekín, 05/01/2016(Pueblo en Línea)-La Ruta de la Seda fue la vía mercantil que vinculó desde hace miles de años el Lejano Oriente con diversos lugares del Asia Central, Europa y África. En Egipto se han encontrado restos de seda que tienen más de tres mil años de antigüedad y que se estima provinieron de China. A través de esta ruta se comercializó una enorme diversidad de productos como el jade, la porcelana, los tejidos, las especias y especies de animales. Fue tan revelante que incluso sirvió de instrumento para la difusión del Budismo.
Y en no poca medida, cuando se extinguió la Ruta, en los tiempos de la consolidación del Imperio Otomano y la caída de Constantinopla en 1453, surgió al mismo tiempo una de las motivaciones principales para buscar nuevas vías hacia el Oriente, que culminó con el arribo de Cristóbal Colón a América, en lo que él inicialmente estimó había sido el descubrimiento de una ruta alternativa para llegar a China y Japón, las legendarias Cathay y Cipango.
En Octubre de 2013, el presidente chino Xi Jinping, en una gira que realizó por diversos países tanto del sudeste de Asia, como de Asia Central, presentó la idea de crear un moderno “Cinturón Económico”y una“Ruta de la Seda del Siglo XXI”, así como una “Ruta de la Seda Marítima”. Ambos conceptos se conocen ahora, en inglés, como las iniciativas “Belt and Road” (“Un Cinturón, una Ruta”).
El objetivo de la iniciativa terrestre, por un parte, es conectar a China con Asia Central, Rusia y la Europa Báltica, así como generar vínculos entre China, el Golfo Pérsico, el Mediterráneo, el Sudeste de Asia, el Sur de Asia y el Océano Índico, por otra parte. El complemento marítimo busca crear nuevas conexiones entre la costa china con Europa, a través del Mar de China y el Océano Índico, en una sola ruta; también integrar la parte meridional del Mar de China con el Pacífico Sur.
Según lo señala el documento denominado “Visión y Acciones para Desarrollar Conjuntamente el Cinturón Económico, la Ruta de la Seda del Siglo XXI y la Ruta de la Seda Marítima”, publicado este año por la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de la República Popular China, la iniciativa busca, en su sección territorial, construir un puente terrestre euroasiático, así como desarrollar corredores económicos China-Mongolia-Rusia, China-Asia Central y Occidental, y China-Península Indochina, aprovechando las rutas de transporte internacional, focalizándose en ciudades centrales a lo largo de la Ruta y utilizando parques económico-industriales como plataformas de cooperación. En su parte marítima, se orienta a crear conjuntamente rutas de transporte seguro y eficiente que conecten los puertos principales a lo largo de “Un Cinturón, una Ruta”.
La iniciativa comprende ideas de integración que van desde la construcción de instalaciones para facilitar el comercio, infraestructura en transporte y energía renovable, desarrollo de la conectividad de cables ópticos y las comunicaciones (“Ruta de la Seda para la informatización”), promoción de la cooperación en la expansión de inversiones y comercio, cooperación aduanera, industrias emergentes, cadenas industriales, desarrollo tecnológico, entre otros muchos sectores.
Pero así como existió la Ruta de la Seda hasta el Siglo XV, a partir de 1565 se inaugura una nueva alternativa denominada la “Nao de China” o el “Galeón de Manila”. Este vínculo de comercio, que se extendió hasta inicios del Siglo XIX, consistía en una o dos naves españolas que anualmente intercambiaban productos entre América Latina y el Lejano Oriente. Estos galeones partían de Acapulco y recalaban en Manila, donde recibían especias, tejidos, porcelanas, alfombras, lacas, marfil y artesanías chinas o japonesas, amén de una multiplicidad de otros productos. A cambio se entregaba plata mexicana, extraída originalmente usando el azogue proveniente de las minas de Huancavelica, en el Perú. Si bien los productos que venían del Asia debían ser canalizados hacia España, gran parte permanecía en México, y a su vez eran comercializados en América del Sur, a través de su principal puerto colonial, el Callao.
Así como la “Nao de China” constituyo una vía distinta a la “Ruta de la Seda”, es necesario que ahora en el Siglo XXI la iniciativa lanzada por el Presidente Xi Jinping se extienda hacia las costas latinoamericanas del Océano Pacífico, para integrar también a aquellos países de esta región que tienen un importante potencial para complementar la apertura comercial, la atracción de inversiones y el desarrollo de nuevas industrias. Ello debe orientarse principal, pero no exclusivamente, sobre la base de la vinculación marítima. En esa tendencia el esquema que en América Latina se encuentra mejor preparado para interactuar de manera colectiva y eficiente con la iniciativa china de “Un Cinturón, una Ruta” es la Alianza del Pacífico, integrada por Perú, México, Colombia y Chile.
No debe olvidarse que en la carta de invitación que el 14 de octubre de 2010 formuló el Presidente de Perú para crear la Alianza del Pacífico se señaló claramente que se “…consolidaría un área de profunda integración entre nuestros países, que nos proyectaría de una manera más competitiva, especialmente hacia el Asia...” Del mismo modo, uno de los principios centrales adoptados por la Alianza del Pacífico en su Acuerdo Marco es constituir al Grupo “…como un espacio de concertación y convergencia, así como un mecanismo de diálogo político y de proyección hacia la región del Asia Pacífico”. También es interesante tener en cuenta que uno de los principales países observadores de la Alianza del Pacífico, que ha accedido a tal calidad desde Junio de 2013 es la República Popular China.
Todo lo anterior sustenta la conveniencia de que, como parte de su política exterior de apertura al Asia, el Perú adopte la iniciativa de plantear formalmente a China la conveniencia de extender la iniciativa de la “Ruta de la Seda del Siglo XXI” hacia las costas latinoamericanas, utilizando como socios centrales de dicha integración a los países integrantes de la Alianza del Pacífico.
El autor fue Ministro de Relaciones Exteriores del Perú. Anteriormente, fue embajador del Perú en China.