Por Pau Ramírez
RIO DE JANEIRO, 7 feb (Xinhua) -- Los brasileños se entregaron al frenesí del Carnaval ignorando las recomendaciones de las autoridades sanitarias para prevenir el contagio del zika, enfermedad que ha causado alerta por su rápida expansión por América Latina.
Antes del inicio del Carnaval, el Ministerio de Salud redobló sus peticiones para que la población tratara de eliminar los criaderos del mosquito transmisor, el "Aedes aegypti", también conocido como mosquito tigre, en sus domicilios.
Además, exhortó a las mujeres embarazadas, el grupo más vulnerable al virus, a que extremen las precauciones, quedándose en casa, cerradas a cal y canto, vestidas con camisas de manga larga y pantalones, usando repelente contra insectos, para evitar cualquier riesgo.
Por otra parte, el laboratorio público Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), uno de los encargados por las investigaciones sobre el zika, alertó que encontró el virus en la orina y la saliva, lo que podría sugerir que también se transmite por estas secreciones, como también ocurre por vía sexual.
Ante la "posibilidad" de que el zika pueda transmitirse por un simple beso, el presidente de la Fiocruz, Paulo Gadelha, recomendó a las embarazadas que "eviten las aglomeraciones" típicas del Carnaval, para evitar sufrir el contagio del virus, que, según las autoridades sanitarias brasileñas, podría ser el responsable de causar microcefalia en el feto.
Gadelha, consciente de que en Brasil existe cierta tolerancia a la promiscuidad durante el Carnaval, también aconsejó a las parejas de las embarazadas a que tengan "una responsabilidad adicional" para no contagiar a sus mujeres. No obstante, estas recomendaciones cayeron en saco roto para la mayoría y todo Brasil se fue de fiesta estos cinco días como si no hubiese una amenaza sanitaria.
En una fiesta callejera de Río de Janeiro, organizada este sábado de carnaval, llamada Bloco Cordón Umbilical, y que normalmente congrega a cientos de personas, en especial a madres con niños pequeños y embarazadas que tienen ganas de bailar samba, asistieron numerosas mujeres encintas.
Gabriela Ortis, embarazada de ocho meses y madre de otra niña, declaró que "en Carnaval es imposible quedarse en casa con una niña pequeña", por lo que decidió ponerse repelente de insectos y salir a bailar, aun con el riesgo de ser picada por el "Aedes aegypti".
No obstante, en los "blocos" (fiestas callejeras) más multitudinarios, que pueden llegar a reunir a cientos de miles de personas en las calles y playas de Río, era muy difícil, por no decir imposible, encontrar a mujeres embarazadas este sábado y este domingo, los primeros días de fiesta.
La mayoría de los brasileños también hizo oídos sordos a la recomendación de no besar a extraños para evitar esa posible forma de contagio. En especial, en Salvador de Bahía, ciudad con el segundo Carnaval más famoso de Brasil, es una costumbre tratar de besar a cuantos desconocidos sea posible en los cinco días de fiesta.
Los jóvenes suelen competir con sus amigos para intentar ser el más besucón del grupo y es habitual -dependiendo de la fanfarronería de cada uno- que los jóvenes declaren que llegan a besar a por lo menos una decena de personas del sexo opuesto cada día.
En Recife, epicentro de la epidemia de zika, tampoco importaron las recomendaciones sanitarias y cerca de dos millones de personas se reunieron en el centro de la ciudad para participar en el desfile conocido como Gallo de la Madrugada, el más tradicional y multitudinario de la capital de Pernambuco.
Esta región es precisamente la que se han producido más casos de microcefalia en recién nacidos, cerca de la mitad de los 4.000 casos que se investigan en todo el país. La microcefalia es una malformación neuronal incurable que las autoridades sanitarias de Brasil han atribuido al zika, aunque la Organización Mundial de la Salud no ha confirmado el vínculo entre ambas dolencias.
En cualquier fiesta callejera en cualquier ciudad brasileña se producen aglomeraciones de cientos o de miles de personas. Esto unido a las altas temperaturas que superan los 30 grados -y en algún caso los 40-, convierte el Carnaval en un ambiente muy propicio para el intercambio de sudor y otros fluidos que podrían ser un vector transmisor del virus.
La OMS también ha reconocido que el virus se puede contagiar por vía sexual.
Los mosquitos, atraídos por el olor del sudor, también pueden convertir las fiestas de Carnaval callejero en un auténtico festín, según advirtió el Ministerio de Salud.