III. TRABAJOS PRIORITARIOS PARA EL 2016
El 2016 es el año del inicio de la etapa decisiva para la culminación de la construcción integral de una sociedad modestamente acomodada, así como el año de acometimiento de lo más duro en el impulso de la reforma estructural. A fin de llevar a buen término el trabajo del Gobierno, debemos mantener en alto la gran bandera del socialismo con peculiaridades chinas, aplicar cabalmente el espíritu del XVIII Congreso Nacional del Partido y de la III, la IV y la V Sesión Plenaria de su XVIII Comité Central, guiarnos por la teoría de Deng Xiaoping, el importante pensamiento de la triple representatividad y la concepción científica del desarrollo, implementar a fondo el espíritu de los importantes discursos del secretario general Xi Jinping, y, de acuerdo con la disposición general basada en un todo compuesto por cinco elementos —la construcción económica, la política, la cultural, la social y la de la civilización ecológica— y la disposición estratégica de las “cuatro integralidades” [integralidad de la consumación de la construcción de una sociedad modestamente acomodada, de la profundización de la reforma, de la gobernación del país según la ley y del disciplinamiento riguroso del Partido], hemos de persistir en la reforma y la apertura, en la conducción del desarrollo con la nueva concepción del mismo y en la tónica general del trabajo, consistente en pugnar por progresar sobre la base de la estabilidad; hemos de adaptarnos a la nueva normalidad del desarrollo económico y de aplicar los lineamientos generales de mantener la estabilidad de las macropolíticas, la precisión de las políticas industriales, la flexibilidad de las micropolíticas, la solidez de las políticas de reforma y la función sustentadora de las políticas sociales en beneficio de las capas sociales bajas; debemos controlar bien el equilibrio entre la estabilización del crecimiento y el reajuste estructural para mantener el funcionamiento económico dentro de unos límites razonables; hemos de intensificar con empeño la reforma estructural por el lado de la oferta, fomentar aceleradamente las nuevas energías motrices del desarrollo y transformar y elevar nuestras ventajas tradicionales y comparativas; y tenemos que ocuparnos debidamente de la neutralización del exceso de capacidad productiva, la eliminación de los excedentes inmobiliarios, el desapalancamiento, la reducción de los costes de las empresas y la subsanación de los puntos débiles, reforzar la garantización de las condiciones de vida del pueblo y prevenir y controlar efectivamente los posibles riesgos, en un esfuerzo por dar buen comienzo al desarrollo económico y social del XIII Plan Quinquenal.
Las principales expectativas sobre el desarrollo de este año son aumentar el PIB en entre un 6,5 y un 7 %; mantener el alza del IPC en torno al 3 %; crear más de 10 millones de puestos de trabajo en las zonas urbanas; mantener la tasa del desempleo urbano registrado por debajo del 4,5 %; restablecer la estabilidad en el volumen de las importaciones y exportaciones, así como su tendencia al mejoramiento; equilibrar básicamente la balanza de pagos; y sincronizar en lo fundamental el aumento de los ingresos de la población con el crecimiento económico. El consumo de energía por unidad del PIB bajará más de un 3,4 % y las emisiones de los principales contaminantes seguirán disminuyendo.
La expectativa de entre un 6,5 y un 7 % como meta del crecimiento económico no solo responde a nuestra toma en consideración tanto de su conexión con el objetivo de consumar la construcción integral de una sociedad modestamente acomodada como de la necesidad de impulsar la reforma estructural, sino que favorece además la estabilización y orientación de las expectativas del mercado. La estabilización del crecimiento tiene principalmente como objetivo garantizar el empleo y beneficiar la vida de la población, y un ritmo de crecimiento de entre un 6,5 y un 7 % puede permitirnos alcanzar, hasta cierto punto, el pleno empleo.
Al analizar integralmente los diversos aspectos de la situación, concluimos que este año afrontaremos en nuestro desarrollo más y mayores dificultades y retos más severos, por lo que debemos aprestarnos plenamente para una dura batalla. En el plano internacional, la economía mundial está experimentando profundos reajustes y carece de la fuerza necesaria para recuperarse; el crecimiento del comercio internacional se muestra apático; el mercado financiero y el de productos básicos se mantienen fluctuantes e inestables; y se está produciendo un aumento de los riesgos geopolíticos y los factores de inestabilidad e indeterminación del entorno exterior, todo lo cual causa impactos nada subestimables en el desarrollo de nuestro país. Dentro del país, emergen en mayor medida contradicciones y riesgos que han ido acumulándose durante largo tiempo; el cambio de ritmo del crecimiento económico, los dolores previos al alumbramiento del reajuste estructural y la transformación de la energía motriz tradicional por la nueva se entrelazan; y la presión originada por el crecimiento descendente de la economía se incrementa. Sin embargo, las dificultades y los retos no son nada que debamos temer. China siempre avanza afrontando desafíos, no existiendo obstáculo alguno que no pueda superar. Tras muchos años de desarrollo acelerado, nuestro país dispone ya de una sólida base material, de una economía resiliente con un gran potencial y un amplio margen de maniobra, y, además, de las nuevas fuerzas motrices inyectadas sin cesar por la reforma y la apertura, y de las ricas experiencias acumuladas en la innovación del macrocontrol. Y, sobre todo, contamos con la firme dirección del Partido Comunista de China y el sistema del socialismo con peculiaridades chinas, y los integrantes del pueblo chino somos laboriosos e inteligentes. Siempre que actuemos con una misma voluntad y venzamos juntos las dificultades de cada momento, no cabe duda de que podremos cumplir las metas del desarrollo económico y social fijadas para todo el año.