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Todas las miradas puestas en Duterte para que repare lazos con China

Actualizado a las 30/06/2016 - 16:25
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BEIJING, 30 jun (Xinhua) -- Con la investidura el jueves de Rodrigo Duterte como presidente de Filipinas, han surgido rayos de esperanza de que se produzca la reconciliación entre su país y China tras el enfriamiento de las relaciones durante el mandato de su predecesor.

Que esos rayos acaben o no reavivando los lazos bilaterales dependerá de que Duterte convierta sus señales positivas en acciones concretas y efectivas.

El exalcalde de la Ciudad de Dávao (sur), conocido por su duro lenguaje, ha prometido cambios políticos drásticos tanto en el frente nacional como en el diplomático.

Desde su victoria electoral, ha efectuado una serie de propuestas sobre las relaciones entre Manila y Beijing, en las que ha señalado que reparar los lazos sería una prioridad de su política exterior. También ha dicho que China será el primer país que visite tras ser investido.

Estos gestos son alentadores, especialmente con el trasfondo del estancamiento de las relaciones bilaterales durante la Presidencia de Benigno Aquino III, cuyo gobierno espoleó una y otra vez las tensiones sobre el Mar Meridional de China.

Violando el acuerdo con Bejing de resolver las divergencias a través de las negociacones bilaterales, el gobierno de Aquino III presentó unilateralemente un caso de arbitraje obligatorio contra China, minando así su credibilidad y complicando la disputa y los vínculos bilatreales.

Muchos observadores han apuntado que Duterte busca también el apoyo de Estados Unidos en la cuestión del Mar Meridional de China, así como su ayuda para aumentar la influencia regional del archipiélago.

Así pues, Duterte no ha mostrado todavía sus cartas. Habrá que ver si realmente es su intención dialogar con Beijing sobre el Mar Meridional de China, como ha manifestado hasta ahora.

Pese a que el caso de arbitraje ha robado mucho protagonsimo a las relaciones entre China y Filipinas, la farsa política del gobierno de Aquino III no representa, ni mucho menos, la generalidad de las relaciones bilaterales.

En 2015, China fue la mayor fuente de importaciones de Filipinas, su segundo socio comercial y su tercer mercado de exportación. El comercio bilateral alcanzó los 45.650 millones de dólares estadounidenses, un 2,7 por ciento más que el año anterior. Estas cifras son sólo un atisbo de la estrecha interacción entre ambos países.

El nuevo gobierno filipino ha expresado su esperanza de cooperar también con China en el desarrollo de las infraestructuras en el país insular. Duterte ha dicho incluso, según se informó, que podría buscar una exploración conjunta en el Mar Meridional de China, un principio defendido por Beijing desde hace mucho tiempo.

China ha mantenido las puertas del diálogo abiertas, así que ahora la pelota está en el tejado filipino. Si las palabras de Duterte sobre una reconducción de los lazos son genuinas, es hora de que actúe.

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