Japón debe encarar su tristemente célebre pasado, cargado de crímenes bélicos atroces, aunque tenga razones para ser una nación orgullosa por su gran desarrollo y contribución al mundo en la segunda mitad del siglo XX.
Muchos en Japón, entre ellos los integrantes de la administración de Shinzo Abe y las poderosas fuerzas belicistas de derecha, siguen rehusando revisar honestamente la historia de la nación y admitir las horrendas atrocidades cometidas por el Japón imperialista en la primera mitad del siglo XX y más allá.
En el 85º aniversario del llamado "Incidente del 18 de septiembre de 1931", que señala el inicio de la ardua resistencia de China contra la agresión japonesa, la gente, especialmente los familiares de decenas de millones de inocentes muertos en la pesadilla, continúa aguardando una disculpa honesta y un arrepentimiento sincero del Gobierno japonés.
Sólo mirando de frente a su infame pasado, Japón podrá ganarse el respeto de sus vecinos asiáticos y del resto de la comunidad internacional, y comenzar así a presentarse ante el mundo como un país normal.
En la noche del 18 de septiembre de 1931, las tropas agresoras niponas bombardearon los barracones de las fuerzas chinas cerca de Shenyang, en el noreste de China, dando inicio a una sangrienta invasión que duró 14 años.
Pese a que han transcurrido 85 años desde entonces, el suceso histórico, conocido también como "Incidente de Mukden", es aún hoy en día, para muchos chinos, un cruel recordatorio de la ambición militarista japonesa.
Con la ayuda internacional, China finalmente venció a los invasores japoneses en 1945, lo que supuso una parte importante de la victoria en la Segunda Guerra Mundial en el frente oriental.
Cada año para rememorar el incidente, las sirenas y las campanas suenan en China para recordarle a la gente la lucha y sacrificios empeñados para proteger la independencia nacional y la integridad territorial.
China, al tener siempre presente las lecciones de la historia, ha mantenido siempre una buena visión del futuro.
El 5 de septiembre, en el marco de la XI cumbre del G20 en la ciudad oriental china de Hangzhou, el presidente chino, Xi Jinping, dijo al primer ministro japonés, Shinzo Abe, que China y Japón deben "dejar a un lado las perturbaciones" y devolver las relaciones a la senda de la normalidad lo más pronto posible.
Los dos países deben, de manera apropiada, "manejar los temas históricos y evitar que aparezcan nuevos problemas" a fin de reducir los "escollos", adivirtió Xi.
Fue lamentable que, cuando Japón conmemoró el 71º aniversario de su rendición en la Segunda Guerra Mundial el 15 de agosto de este año, Abe decepcionara nuevamente al mundo minimizando la agresión militar de su país y rehusando prometer que no regresaría a la guerra.
También es digno de mención que algunos activistas de derecha japoneses están distorsionando los hechos históricos, suavizando las atrocidades bélicas de Japón, disfrazando sus comportamientos predatorios en la Segunda Guerra Mundial y soñando con hacer regresar a Japón al viejo camino del militarismo algún día.
Mientras Tokio se niegue a reflexionar sobre las pérdidas y el dolor causados a sus vecinos, China y otros países asiáticos estarán siempre alerta contra Japón, que está inclinado hacia la derecha.
El próximo año se celebra el 45º aniversario de la normalización de los lazos chino-japoneses. Como China y Japón, en palabras de Abe, son "vecinos que no pueden separarse", es importante e imperativo que Tokio aprenda de sus errores pasados cortando los vínculos con el militarismo, con el objetivo de ganarse la confianza de sus vecinos y de promover la amistad con ellos.