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Resultado de elecciones municipales eleva fragmentación política en Brasil

Actualizado a las 01/11/2016 - 08:59
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El balance de las elecciones municipales en Brasil, tras la segunda vuelta electoral realizada la víspera, deja un escenario político aún más fragmentado, con 13 partidos que comandan las capitales estatales y un profundo rechazo a la "vieja política".

El resultado electoral muestra un notable retroceso del Partido de los Trabajadores (PT) y un fortalecimiento del Partido Social Demócrata Brasileño (PSDB), al confirmar un movimiento del electorado hacia posiciones conservadoras.

El Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) del presidente Michel Temer perdió apoyo en las grandes capitales, pero la base aliada al gobierno gobernará a 70 por ciento del electorado, un resultado celebrado en el Palacio de Planalto (sede del gobierno federal) en Brasilia.

El PSDB gobernará a partir de enero de 2017 a 34,4 millones de ciudadanos, es decir, el 24 por ciento del electorado nacional, frente a 16,5 millones a partir de 2012, mientras que el PMDB pasará de gobernar 23,1 a 21 millones de electores.

Otras dos fuerzas aliadas al gobierno siguen en orden de importancia: el Partido Socialista Brasileño (PSB), que gobernará a 12 millones, y el Partido Social Democrático (PSD), que lo hará con 10 millones.

Afectado por las denuncias de corrupción y la pérdida del mandato de la ex presidenta Dilma Rousseff (2011-2016), el PT fue el gran derrotado en las elecciones municipales, que pasará de gobernar 27 millones de brasileños a 4,3 millones en las alcaldías.

Uno de los hombres fuertes del gobierno, Paulo Moreira Franco, secretario del Programa de Asociación para las Inversiones, afirmó este lunes que el resultado de los comicios fortalece al presidente Temer, quien debe apostar a una "pacificación".

"Estas elecciones dan al presidente Michel Temer el respaldo necesario para que él esté mucho más animado, involucrado, para que el camino de la sociedad brasileña sea el de la pacificación", afirmó.

El fin del proceso electoral representa el cierre de una etapa traumática de la democracia brasileña, después de la grave crisis que resultó en el "impeachment" (juicio político) a Rousseff y en una intensa caída de la confianza de los ciudadanos sobre la clase política.

El descrédito se vio reflejado en el aumento de la abstención y los votos blancos o nulos, que la víspera alcanzaron el 32,5 por ciento del total de los electores habilitados.

Para el analista político, David Fleischer, de la Universidad de Brasilia (UnB), las elecciones municipales ratificaron el rechazo de los ciudadanos a los desvíos en la función pública y el crecimiento de la "antipolítica".

"Las personas desconfían de todas las instituciones políticas. En las encuestas, la Cámara, el Senado, los partidos políticos, todos están siendo muy criticados. Otras instituciones como la iglesia o las Fuerzas Armadas tienen una buena imagen", señaló.

El resultado de los comicios municipales potencia la figura del gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin (PSDB), al conseguir en la capital paulista un importante triunfo en primera vuelta de su aliado Joao Doria, como alcalde de la mayor ciudad de América del Sur.

La victoria contrasta con la situación de los otros presidenciables pesedebistas, como el senador Aecio Neves, cuyos aliados fueron derrotados en Minas Gerais, su estado de origen.

Otro de los presidenciables es el actual canciller José Serra, sobre quien pesan acusaciones de haber recibido financiamiento de campaña no declarado.

El gobernador paulista Alckmin, líder del ala derechista del PSDB, se convierte de esa forma en el principal candidato a protagonizar la carrera presidencial en 2018.

Pasado el juego electoral, el escenario político brasileño puede continuar sin embargo bajo el signo de la inestabilidad, debido a las investigaciones anticorrupción de la Operación Lava Jato (lavadero).

Existe una gran expectativa sobre los acuerdos de delación premiada que deben ser suscritos por el empresario Marcelo Odebrecht y posiblemente por el ex presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, con potencial para salpicar a importantes figuras del poder, sobre todo del PMDB.

Entre los apuntados podrían estar, entre decenas de dirigentes, el presidente del Senado, Renan Calheiros, y el propio presidente Temer.

Las revelaciones que puedan surgir de esos acuerdos ponen un signo de interrogación sobre las oportunidades de aprobación en el Congreso de proyectos que impulsa el gobierno, en especial las reformas previsional y laboral.

Nuevas turbulencias derivadas de Lava Jato postergarían además una reforma política para reorganizar el sistema de partidos y poner límite a la fragmentación, algo considerado imperioso para mejorar la gobernabilidad en el país y superar la crisis económica.

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