Por Luis Alberto Sierra G.
PANAMA, 14 ene (Xinhua) -- La sorpresiva noticia del presidente estadounidense, Barack Obama, de eliminar la política de "pies mojados, pies secos", cayó como un balde de agua fría a cerca de 50 cubanos que esperan en un albergue la capital panameña la posibilidad de continuar su travesía en busca del "sueño americano" .
Dicha política permitía a cualquier migrante cubano que arribará a territorio estadounidense quedarse y obtener la residencia legal en ese país.
Con los rostros pálidos y desencajados, reflejo de las peripecias que han tenido que sortear hasta el momento en su camino para llegar a Estados Unidos, estas personas, entre las cuales hay varios niños, enfrentan ahora, con el anuncio de Obama, un mayor dilema sobre su futuro.
El director general del Servicio Nacional de Migración, Javier Carrillo, reconoció ayer, en entrevista con el canal panameño Telemetro, que los migrantes cubanos, al rededor de 150 en Panamá, deberán abandonar el territorio panameño.
Asimismo, afirmó que es complicado para los migrantes cubanos obtener una residencia en Panamá ya que ingresaron ilegalmente a Panamá.
Además, dijo que Panamá está por firmar un convenio con el gobierno de Cuba en el tema de las deportaciones de cubanos, "cada país debe saber cómo resuelve sus problemas", agregó el funcionario.
No obstante, para los cubanos que esperan en la sede de la Pastoral Social Caritas de la iglesia católica en la ciudad de Panamá, este es un viaje sin regreso y como ellos mismos dicen, "no salimos de la isla sólo por el gusto de conocer otros países".
La tristeza por la eliminación de la política que se mantenía desde la Guerra Fría, se mezcla con el sentimiento de gratitud de los cubanos que tienen en este albergue un techo y alimento, y cuyo principal problema es el ocio por lo que se les ve sentados en sillas, caminando, contemplando, entrando y saliendo del que es su hogar temporal.
Reinaldo Beitia, quien lleva alrededor de cinco meses viviendo en el albergue, dijo estar impactado con la noticia y afirmó que no pierde la esperanza de que se pueda revocar dicha medida.
"Salimos de Cuba con la idea de poder llegar a Estados Unidos, y de recibir la ayuda del gobierno norteamericano, hasta que uno pueda encontrar trabajo y levantar económicamente", expresó el migrante.
Yadir Cruz, oriundo de Matanzas, se mostró más positivo y afirmó que espera que "después de la tempestad venga la calma" y que mejoren las posibilidades para los cubanos con la llegada del presidente electo Donald Trump; además contó que su mujer se quedó en Cuba con tres meses de embarazo.
Otro migrante cubano, acompañado por su esposa embarazada y la pequeña hija de ambos, aseguró que él sólo quiere tener la oportunidad de trabajar y de ayudar a su familia, porque no busca lujos, sino tener un pequeño televisor y un lugar donde puedan vivir tranquilos.
Una migrante de edad avanzada, entrevistada en el albergue, consideró el anuncio del cambio de política como "una traición y humillación del presidente Obama", en el sentido de éste había dicho que la segunda patria de los cubanos era Estados Unidos y que siempre los apoyaría.
Aseguró que ha perdido peso y hasta las uñas de los pies en esta travesía por la selva y montañas de Panamá y, segura de sí, afirmó que "ella hacia Cuba no regresa ni en polvo".