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Aprendizaje social y emocional beneficia a niños chinos

Actualizado a las 03/07/2017 - 14:21
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BEIJING, 3 jul (Xinhua) -- Al compartir que habían sufrido acoso escolar, varios niños no pudieron contener las lágrimas.

"Me rompió el lápiz sin ningún motivo, me dio un puñetazo e hizo que me sangrase la nariz cuando le pedí que me pagase el lápiz", relata temblando un alumno de cuarto grado ante sus compañeros de clase.

El menor se quita las gafas, se limpia las lágrimas y rompe a llorar de nuevo. Su profesora se acerca a él y lo abraza sin decir nada.

Esta clase de la Escuela Experimental Étnica de Sanjiang, en el distrito autónomo de la etnia dong de Sanjiang, en la meridional región autónoma de la etnia zhuang de Guangxi, recibe el nombre de aprendizaje social y emocional y es un proyecto que se desarrolla en cooperación entre el Ministerio de Educación chino y Unicef.

Con esta clase se pretende ayudar a que los alumnos desarrollen habilidades como el autorreconocimiento y la confianza en sí mismos, que comprendan y sepan gestionar las emociones y que mantengan relaciones positivas con otros. "Di no al acoso escolar" es uno de los temas que se tratan.

A lo largo del curso, Zhou Lihong, la profesora, cuenta el acoso que sufre durante mucho tiempo una niña con mucha imaginación e introvertida y les pide a los alumnos sugerencias sobre cómo ayudarla.

Algunos proponen hacerse sus amigos, otros le aconsejan que recurra a sus profesores o a sus padres y les pida ayuda y alguien sugiere practicar el "ojo por ojo".

"El acoso escolar es constante y con intención y lo inicia el más fuerte contra el vulnerable. Deberíamos aprender a protegernos a nosotros mismos y, al mismo tiempo, a no acosar nunca a nadie", les dice Zhou a los niños.

La pedagoga Guo Xiaoping, que trabaja en Unicef, señala que desde que se puso en marcha el proyecto de aprendizaje social y emocional en 2013, el número de colegios que participan en el mismo se ha incrementado por encima de 500.

Estas escuelas están principalmente en partes menos desarrolladas del país, en el centro y el oeste, como el citado distrito de Guangxi, el de Panxian de la provincia de Yunnan y el de Zhongxian de la Municipalidad de Chongqing, explica Guo.

"Con el apoyo de las autoridades educativas locales y expertos, algunas escuelas que no están incluidas en el piloto también se han unido", indica.

La responsable de la parte de primaria de la Escuela Experimental Étnica de Sanjiang, Wu Xinyun, concreta que los estudiantes dedican tiempo al aprendizaje social y emocional cada dos semanas y para ello utilizan libros de texto proporcionados por el proyecto.

"Hemos descubierto que hay menos conflicto físico entre los niños", señaló. Cada clase tiene en torno a 60 alumnos, muy por encima de la media nacional aconsejada, de 45 como máximo.

"El contacto físico es muy frecuente en el aula y condujo muchas veces a peleas en el pasado. El aprendizaje social y emocional ayuda a los alumnos a comprenderse los unos a los otros, así que las peleas son mucho más infrecuentes", expuso.

Muchos países, como Estados Unidos y Australia, incluyen este tipo de aprendizaje en el currículum estándar y es útil para el progreso académico de los menores, según Guo.

Cita un estudio sobre las escuelas de primaria, los institutos y las guarderías estadounidenses realizado en 2011 que mostró que los participantes en aprendizaje social y emocional fueron mejores en 11 puntos que los grupos de control.

Una alumna de 12 años, Wei Jiaqi, ha hecho un dibujo de un compañero tapándola de la lluvia con un paraguas. Ha llamado a su dibujo "Gracias por preocuparte por mí".

"Estaba disgustada porque mi madre me había regañado aquel día. Y mi compañera me hizo compañía", explica. "Cambié a mi compañera por un chico porque es más fácil dibujar chicos", dice con una sonrisa y luego añade que les gustan mucho las clases de aprendizaje social y emocional.

Li Fuzhuo, responsable de la educación de los profesores en la Universidad Normal de Guangxi, indica que este aprendizaje pretende crear una atmósfera en la que los alumnos sientan, experimenten, piensen y adquieran las habilidades correspondientes. Para ello es vital que haya profesores competentes.

Para hacer frente a esto, el Ministerio de Educación y Unicef organizan a menudo cursos de formación y demostración para los directores y los profesores de las escuelas.

El proyecto también anima a los padres a participar. El equipo está reuniendo artículos sobre el aprendizaje social y emocional para divulgarlos a través de la cuenta de WeChat de Unicef.

De esta manera, los padres, en especial los que son trabajadores migrantes que han dejado a sus hijos en su lugar de origen, podrán unirse al proyecto.

Una funcionaria del Ministerio de Educación, Huang Guizhen, cree que el aprendizaje social y emocional no solo mejora la competencia docente, sino que permite a los grupos vulnerables, como los hijos de trabajadores migrantes que se han quedado en su lugar de origen, sentir más atención y cariño de la escuela y de la familia.

"Queremos ampliar el proyecto a más escuelas, de modo que se beneficien más niños", agregó.  

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