Por Edna Alcántara y Wu Hao
JUCHITAN, 10 sep (Xinhua) -- "Mi hermanito se durmió y hoy se enterró", fueron las palabras dichas a Xinhua por Luis, un niño de 6 años del municipio de Juchitán en el estado de Oaxaca en el sur de México, sobreviviente del terremoto de 8,2 grados.
El pequeño estuvo bajo los escombros durante unos 10 minutos junto con su madre, quien lo protegió con su cuerpo después de que el terremoto de 8,2 grados en la escala de Richter registrado el pasado 7 de septiembre por la noche derrumbó el techo de su casa sepultándolos.
"Mi mamá abrazó a mi hermanito y se sintió algo terrible cuando del techo empezaron a caer muchas boronas, y cuando ella nos abrazó, estaban cayendo tantas boronas, que se quedó mi mamá encima de nosotros", relató el pequeño.
"Se nos metió en los ojos, la boca y oídos tierra y no podía respirar y ya no sacaron", recordó.
El terremoto que afectó el sur y sureste de México ha dejado hasta el momento 90 muertos como cifra oficial y preliminar, entre ellos 71 personas fallecidas en Oaxaca, en su mayoría en Juchitán; 15 más en el estado de Chiapas (sur) y otros cuatro decesos en Tabasco (sureste).
La vivienda de Luis se ubicaba precisamente en el municipio de Juchitán, uno de los más afectados y pobres de Oaxaca, específicamente en la octava sección y callejón 30 de octubre, atrás de un río y calles sin pavimentar.
Su casa ahora es prácticamente escombros, pues estaba construida con materiales como arcilla, vigas de madera y tejas, donde ahora se ven algunos pares de zapatos, la cabecera de la cama y un osito de peluche.
Lo único que se mantiene en pie son las dos puertas de metal agarradas de la poca pared que queda, las cuales estaban bien cerradas cuando un tío intentó entrar para ayudarlos pero no pudo.
Luis recordó que luego una tía los llevó con un doctor, quien "nos puso vendas y puso aceite o algo así, pero mi hermanito ya se quedó dormido y hoy se enterró".
A su vez, la mamá de Luis, Valeria Zuñiga, narró que todo fue muy rápido el jueves pasado al momento del terremoto.
"Yo estaba en la recámara y mis dos bebés estaban durmiendo en la cama, y cuando quise cargarlos se complicó, pues rápidamente empezó a caer el techo, y pues lo único que hice fue cubrir sus cabezas y cuerpos", dijo.
Valeria detalló lo que pasó con el hermanito de Luis, Maximiliano Miguel, quien estaría por cumplir 4 años, de quien dijo que "no pudo ya después con lo que se nos cayó, no pudo ya respirar".
Aunque el pequeño Maximiliano Miguel fue llevado a una clínica cercana, no pudo tener los primeros auxilios, pues de acuerdo a familiares, el hospital general de la localidad se derrumbó y no había ambulancias.
Aseguraron que tampoco pudo tener un funeral adecuado, ya que rápido se buscó un espacio en el panteón local, debido a que el cuerpo del infante se empezó a descomponer.
La joven madre, de 24 años de edad y quien aún está adolorida por los golpes sufridos la noche del terremoto, debido a los kilos y kilos de arcilla que le cayeron encima, aseguró que el golpe más fuerte es la pérdida de su hijo.
"Yo quisiera que mi bebé estuviera con nosotros y que mi esposo ya no se separe de nosotros por trabajar en la Ciudad de México", expuso la mujer afligida.
Abraham Eliazar es el jefe de esta familia del municipio oaxaqueño de Juchitán, quien llegó a la localidad al día siguiente tras enterarse de la situación.
"Yo estaba durmiendo y me llamaron para avisarme que mi hijo había muerto (...) Me quede en 'shock', y después de sentir como que soñaba y me llamaba mi mujer, Dios me dio la fuerza para reponerme y venir aquí con la ayuda de mi padrino, que es taxista", explicó Abraham a Xinhua.
Eliazar, de 26 años y quien es técnico en computación, se siente responsable de lo ocurrido, al compartir que su intención de ir a la capital mexicana fue contar con un trabajo que le permitiera darle una mayor calidad de vida a su familia.
"Yo no estaba con mi familia y por ello me siento responsable, pues creo que pude haberlos sacado. Dios te pone pruebas y eso es para demostrar creo de qué estás hecho. Yo daría todo lo que tengo por estar un día más con mi hijo", sostuvo.
"Era un niño que se sabía ganar a la gente. Empezaba ir a la escuela y aprendía las vocales", dijo su papá mientras respiraba profundo para evitar llorar.
Añadió que él y su familia viven "una tragedia, un luto. Es difícil de comprender, pero hay personas que están igual o peor".
"Por eso pienso y digo que aunque no tengo dinero, sí manos y fuerza para ayudar a quien lo necesite, y espero que el gobierno y las autoridades hagan lo mismo y realmente ayuden a todos en sus necesidades", completó.
Al igual que la familia de Abraham Eliazar, hay otras personas en la comunidad oaxaqueña que buscan medicamentos, atención médica e incluso la psicológica.
"Todos necesitamos apoyo y todo tipo de ayuda e incluso psicóloga", indicó el padre de familia sentado en un colchón colocado en el patio de una vecina a lado de su mujer y Luis, ahora su único hijo.
Además de la familia Eliazar Zuñiga, la mayoría de sus vecinos se han quedado sin un hogar y duermen en patios de familiares, conocidos o amigos.
La mayoría de los afectados en esta comunidad son agricultores o comerciantes, quienes aunque aún no cuentan con servicios básicos como agua potable y electricidad, entre ellos se ayudan, cuidan y comparten lo que tienen, incluso ofrecen a personas externas un vaso con refresco o un plato con frijoles.
"La ayuda aún no llega y esperamos que no se olviden de nosotros", solicitó Lupita Mendoza, también habitante de ese perímetro afectado por el sismo.
En tanto, fuerzas federales trabajan de manera ardua en Juchitán para retirar escombros, principalmente en el centro de la localidad, donde se derrumbó parte del palacio municipal.
En la zona se encuentran elementos de la Policía Federal y el Ejército que aplican el programa especial de atención a emergencias denominado DN-III, así como personal de Protección Civil, perros rescatistas y el grupo de rescate especializado "Topos".
El cuerpo sin vida de un policía fue recuperado ayer sábado de entre los escombros en una parte del inmueble municipal.
Mientras el municipio de Juchitán se recupera, el pequeño Luis y sus papás viajarán a la Ciudad de México.
No descartan la intención de reconstruir algún día su casa en Juchitán, donde nació la mayor parte de la familia y donde descansan los restos de Maximiliano Miguel, el pequeño de 4 años.