URUMQI, 29 sep (Xinhua) -- En la mayoría de ciudades de China, ver caballos por la calle no es un fenómeno común. Sin embargo, en Kazanqi, las carrozas con arreos adornados con decoraciones típicas forman parte del tráfico, que comparten con automóviles, bicicletas y peatones.
Kazanqi, en la región autónoma uygur de Xinjiang, está habitada por uygures, hui, kazajos y uzbekos, de los que los primeros suponen el 77 por ciento de la población.
En la lengua uygur, Kazanqi significa "gente que se gana la vida fabricando ollas". Desde que abrió al público en 2008, este centro turístico es conocido entre los chinos como un lugar para experimentar el estilo tradicional de vida de los minorías étnicas de Xinjiang, al noroeste de China.
Ayizokran Yusuf, una chica de 21 años, trabaja de guía en Kazanqi desde que se graduó de una universidad local en 2015. En temporada alta, normalmente recibe a cinco grupos de turistas al día pero cuando llegan los meses de menor afluencia el número se reducirá a uno o dos.
"Me encanta conocer todos los días a personas diferentes, con las cuales puedo compartir mis conocimientos y aprender de otras vidas", explica.
Vestida con el traje tradicional uygur, Yusuf entretiene a sus clientes explicándoles la historia y cultura de su gente. Les cuenta anécdotas de los edificios, les avisa de que cruzar las puertas con el pie derecho da buena suerte e incluso bromea con ellos diciéndoles que el helado casero de una tienda es "el Haagen-Dazs de Xinjiang".
"No traemos a cantantes ni bailarines profesionales, ni colocamos decorados especiales ni tampoco trasladamos a los residentes originales. Esto es como siempre ha sido", asegura Haliman Awut, la gerente del centro Kazanqi. Lo que les gusta a los turistas es la autenticidad, la experiencia de poder escapar del artificio de otros centros, destaca.
"Al principio teníamos que convencer a los residentes para que abriesen sus casas a los visitantes. Pero ahora todos quieren participar en la lista de visitas a hogares", relata. Figurar en la lista implica más dinero para la familia.
Actualmente hay 58 participantes de dicho proyecto, a los cuales la gerencia evalúa regularmente.
"Antes, la visita a Kazanqi solo llevaba unas horas, pero ahora los turistas se quedan por lo menos un día para poder ver todo", recuerda la gerente.
Los viajeros pueden no solo visitar los patios y presenciar espectáculos, sino también aprender a hacer yogurt y nang, un tipo de torta de pan.
Como los turistas han aumentado, las áreas centrales de Kazanqi ya no pueden dar albergue a todos. Yusuf es consciente del cambio y señala que ahora se ven cada vez más grupos internacionales en el centro, además de los chinos.
"Espero que más gente pueda conocer la cultura de Kazanqi y uygur, pero que la región mantenga su atractivo", concluye.