Por Wang Peng
Beijing,11/10/2017(El Pueblo en Línea)-Los concepto de "país principal" y "diplomacia de los principales países" no son nuevos, ni en teoría ni en la práctica. Durante los últimos cinco siglos, la historia mundial ha sido testigo de demasiadas guerras y crisis entre las naciones, especialmente cuando un "poder ascendente" demuestra su descontento con la distribución del poder global y "el viejo" le pone cautela a las aspiraciones de "los nuevos". Esta situación se ha definido como "La trampa de Tucídides", un concepto popular en China y Estados Unidos, países donde hay políticos y expertos preocupados por la "próxima guerra" entre el "indignado" gigante asiático y el histórico totalitario.
Sin embargo, el viejo legado europeo ha sido reescrito por la sabiduría china contemporánea.
El concepto "nuevo tipo de relaciones entre los principales países", propuesto por el presidente Xi Jinping fue bien acogido -a nivel internacional- como la "medicina china" para curar la "crónica enfermedad" de la hegemónica guerra occidental.
En este "nuevo tipo de relaciones", es imprescindible trascender el patrón tradicional del "Gran Poder" y la mentalidad de la Guerra Fría. Como afirmó China, ambas partes deben superar su conflicto ideológico y la diferencia de sistemas sociales. Además, mantener el respeto al sistema político del otro, a su camino de desarrollo y forma de gobernanza socioeconómica.
Después de años de "veto silencioso", EE.UU. comenzó a responder positivamente cuando Rex Tillerson, secretario de Estado, visitó China y reafirmó las cuatro principios claves en la "relación de nuevo tipo": no conflicto, no confrontación, respeto y ganar-ganar.
Después de la exitosa cumbre China-Estados Unidos, efectuada en Mar-a-Lago, la humanidad pudo respirar aliviada al verificar que los dos gigantes no están preparándose para la guerra, sino que buscan seguir construyendo un terreno común y pacífico, reconociendo sus diferencias y promoviendo un mundo armonioso, sin alentar el chauvinismo o la "política del Gran Poder", de sentido occidental.
China ha contribuido en la teoría y en la práctica a la "diplomacia de los principales países", no sólo en sus interacciones con los "grandes países", como representa la relación China-Estados Unidos o la relación China-Rusia, sino también en otros armoniosos ejemplos bajo el criterio país principal-país secundario.
El presidente Xi aseguró durante su visita a Fiji en 2014 que "China cree que todos los países son miembros plenos de la comunidad internacional, independientemente de su tamaño, fortaleza y riqueza. Por ello es por lo que deben respetarse unos a otros, tratarse con igualdad y ayudarse con sinceridad."
China practica lo que predica. Durante los últimos cinco años, como país importante y responsable, viene desempeñando un papel cada vez más crucial en la gobernanza regional y global. Sus acciones pueden apreciarse en numerosos ámbitos como la confianza política, la cooperación económica, el mantenimiento de la paz y la generación de bienes públicos, entre otros.
China siempre está dispuesta a fortalecer los intercambios con otros países en vías de desarrollo, ofrecer su experiencia en la gobernanza y consolidar la cooperación en materia de economía, tecnología, nueva energía, construcción de infraestructuras y protección del medio ambiente. Además, China fomenta el intercambio pueblo a pueblo.
Es importante subrayar que los vínculos de China con el mundo se establecen sin condicionamiento político alguno, actitud que marca una clara diferencia con el comportamiento de algunos países occidentales.
Como precisó Su Ge, decano del Instituto de Estudios Internacionales de China, hay cuatro palabras claves que describen las características esenciales de la diplomacia china: paz, desarrollo, cooperación y reciprocidad. Por lo tanto, se puede afirmar que en un mundo que experimenta cambios cada vez más complejos y profundos, más que nunca deviene tarea vital poder efectuar una evaluación objetiva e integral de los asuntos internacionales y reformar -en lugar de derrocar- el orden mundial actual, apoyada en la combinación de la sabiduría de la antigua filosofía oriental y la moderna innovación diplomática china.
El autor es investigación asociado del Instituto Charhar y el Instituto de estudios sobre China de la Universidad de Fudan.