CIENFUEGOS, Cuba, 17 oct (Xinhua) -- Pocos saben que en Cuba existe una larga tradición vinícola llegada desde Francia, en particular a la sureña provincia de Cienfuegos, donde hoy en día se elaboran de manera artesanal varios tipos de vino de alta calidad.
En el macizo montañoso de Guamuhaya, en la pequeña localidad de San Blas, a unos 250 kilómetros al oriente de La Habana, las Bodegas Rodríguez se han hecho famosas al mantener un trabajo de elaboración artesanal de vinos, sin el uso de aditivos químicos.
Al filo de los 35 años, Orelvis Rodríguez vive un cambio radical en su vida desde que hace siete años comenzó a elaborar vinos al seguir los pasos de un amigo.
"Yo antes era trabajador agrícola y fue un amigo quien me embulló para comenzar a incursionar en el mundo de los vinos, del cual no sabía nada", compartió con Xinhua en su pequeña finca ubicada entre las montañas, a más de 400 metros sobre el nivel del mar.
Orelvis se incorporó al Club Jagua, que agrupa a 67 vinicultores en Cienfuegos, y en el intercambio con otros colegas fue aprendiendo los secretos de la enología para sorprender a todos al ganar en febrero pasado, el Gran Premio en el Festival Nacional de Vinos.
En el certamen se compitió en varias categorías de vinos, como blanco, rosado, tinto, espumoso, seco, semi seco, dulce y semi dulce, todos fabricados de manera artesanal por familias dedicadas a esa actividad en la isla.
El joven emprendedor, con un vino semi seco elaborado con cerezas, superó a los 117 concursantes de todo el país.
Rodríguez tiene un viñedo de una hectárea, donde en plena montaña cultiva un tipo de uva que en Cuba crece silvestre, la Vitis caribbean, llegada a la isla desde Sudamérica, presuntamente a través de la migración de aves.
Pero el singular vinicultor caribeño también emplea como materia prima varias frutas tropicales, como guayaba, marañón y tamarindo, con que mantiene una producción mensual de entre 200 y 300 cajas de 12 botellas.
Esta producción vinícola se vende en varios puntos de Cienfuegos, ciudad capital de la provincia del mismo nombre.
Este productor ahora busca registrar de forma legal la marca Bodegas Rodríguez, con la esperanza de poder ampliar en un futuro su negocio familiar, en el que interviene además su esposa, suegro, hijo y sobrino.
Un sostén importante del negocio es precisamente Aleida Sacerio, la afable mujer de poca estatura con quien Orelvis está casado desde hace casi nueve años.
Aleida ayuda mucho en el lavado de las botellas, así como en la confección y pegado de las etiquetas que distinguen la exitosa producción familiar de vinos, cuyo añejamiento se extiende durante no menos de seis meses.
Para el presidente del Club Jagua, Héctor Ledesma, el secreto del éxito de Orelvis está en el clima privilegiado que hay en la zona, así como en el uso del agua pura del río Matagua que baja desde las montañas.
"Las condiciones del clima ayudan mucho, además de que el agua no es clorada, llega prácticamente de manantiales naturales", explicó el experto, quien es doctor en ciencias ecológicas por la Universidad de Alicante en España.
Ledesma rememora que a inicios del siglo XIX, los franceses fundadores de la ciudad trajeron a Cienfuegos la cepa de la uva Vitis vinífera, con la que confeccionaban los vinos en Burdeos.
Esta especie sin embargo no se adaptó al clima de la isla, por lo que no tuvieron otra alternativa que comenzar a utilizar frutos del país como materia prima.
Con el paso del tiempo, ganaron fama los vinos de Cienfuegos, donde a inicios del siglo pasado se instalaron cuatro fábricas para el procesamiento industrial de vinos, en que destacó de manera especial la elaboración a partir de la papaya.
Ese tipo de producción se perdió después del triunfo de la Revolución en 1959, ya que las fábricas se destinaron a producir vino para cocinar.
Hace 10 años, sin embargo, con el inicio del actual proceso de reformas económicas, que permite el florecimiento de pequeños negocios privados, los vinicultores cienfuegueros han ido renaciendo, al ser Orelvis un buen ejemplo de ello.
El éxito de sus producciones le abre la puerta a la prosperidad familiar, pues el novel vinicultor incluso piensa en aumentar la producción e instalar en casa una pequeña industria para acelerar el proceso de sellado de las botellas.
El vinicultor cubano sueña con que las Bodegas Rodríguez sean en un futuro no muy lejano otro producto exportable desde Cuba.
(Web editor: 赵健, Rosa Liu)