La cifra global de personas con alzhéimer se habrá triplicado ya en 2050 - ARCHIVO
New Haven, 08/02/2018 (El Pueblo en Línea) - A día de hoy conviven en todo el mundo en torno a 30 millones –y más de 800.000 españoles– con alzhéimer, enfermedad neurodegenerativa que supone hasta un 60-70% de todos los casos de demencia. Una enfermedad cuya incidencia, según alertan los expertos, se habrá triplicado ya para el año 2050. La razón se explica por el progresivo proceso de envejecimiento de la población y, sobre todo, por la falta de tratamientos capaces de frenarla, menos aún de curarla. Sin embargo, su riesgo de aparición se puede reducir, y mucho, adoptando un estilo de vida saludable y manteniendo una ‘actividad mental’ adecuada –como sería por ejemplo leer libros o hacer crucigramas–. Y asimismo, manteniendo una actitud positiva hacia el envejecimiento. De hecho, un estudio dirigido por investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Yale en New Haven (EE.UU.) muestra que los mayores que mantienen unas creencias positivas sobre su edad tienen una probabilidad muy inferior de padecer alzhéimer, según ABC.
Como explica Becca Levy, directora de esta investigación publicada en la revista «PLOS ONE», «en nuestro trabajo hemos encontrado que las creencias positivas sobre el envejecimiento pueden reducir el riesgo en uno de los factores genéticos más fuertemente asociados a la demencia. Así, nuestros resultados justifican la puesta en marcha de campañas de salud pública frente al ‘edadismo’, dado que es una fuente de ideas y creencias negativas sobre la edad».
El ‘edadismo’ es un término acuñado en 1968 por el psiquiatra estadounidense Robert Butler para referirse a la discriminación que, fruto de los sentimientos o pensamientos negativos de la sociedad sobre el envejecimiento, sufren muchas personas mayores por causa de la edad. Un término que también se ha traducido como ‘viejismo’ o ‘angeísmo’ –del original en lengua inglesa, ‘aegism’– y cuya etimología se encuentra en consonancia con otros tipos de discriminación por distintas razones, caso del sexo –‘sexismo’– o de la etnia –‘racismo’.
Lógicamente, el ‘edadismo’, como ocurre con cualquier otra forma de estigma, tiene consecuencias negativas para el que lo padece. Es el caso, por ejemplo, del mundo laboral, en el que muchas empresas, por el motivo que sea –y no solamente económicos–, optan por priorizar la ‘sangre joven’ sobre la ‘experiencia’. Además, el alcance de este ‘edadismo’ parece ser mayor que el de otros tipos de discriminación social. Y es que según han mostrado distintos estudios, el porcentaje de personas mayores que alguna vez se han visto excluidas por su edad es del 100% –superior, por tanto, al de los afectados por el sexismo o el racismo.