Por Raúl Menchaca
CAIMANERA, Cuba, 24 jun (Xinhua) -- Caimanera pudiera pasar como un pueblo más del oriente de Cuba, si no fuera porque tiene el dudoso privilegio de ser la única frontera terrestre de la isla, pues colinda con la Base Naval de Guantánamo, territorio ocupado por Estados Unidos desde 1903.
El territorio de la Base, cuya devolución reclama con vehemencia desde hace medio siglo el gobierno cubano, ocupa las dos orillas de la entrada de la abrigada Bahía de Guantánamo, y Caimanera está un poco más al norte, sobre el litoral izquierdo de la rada.
Los poco más de 11.000 habitantes de la localidad, que apenas tiene dos calles principales, viven a unos mil kilómetros al este de La Habana, en el sur del extremo oriental de la isla, pero con una dinámica diferente al resto del país, marcada por la cercanía del enclave militar estadounidense.
A veces, cuando en la Base se hacen ejercicios militares o explota alguna mina del perímetro de seguridad de la instalación, el estruendo se escucha en casi todo el pequeño pueblo, y la gente se queja, como hace ante Xinhua el maestro Yendry Machin.
"Mis escolares no se concentran totalmente en mis clases debido a las detonaciones que se escuchan frecuentemente", asegura el joven profesor, quien trabaja en una escuela primaria, con alumnos que estudian los seis primeros grados de la enseñanza básica.
Machin afirma que ahora se escuchan menos explosiones, pero dice sentirse víctima también de esos sucesos, pues asegura que creció viendo el sobrevuelo de los aviones de guerra sobre su casa y oyendo las detonaciones de las maniobras militares.
"La verdad es que eso me atemorizaba mucho y me afectaba también la concentración en la escuela", explica con franqueza.
En Caimanera todo es diferente al resto de la isla, pues el gobierno ofrece una atención diferenciada a los pobladores de este punto, que antes del triunfo en 1959 de la Revolución encabezada por Fidel Castro era el lupanar de la marinería estadounidense.
Los trabajadores cobran un estipendio especial, consistente en un 30 por ciento por encima del sueldo mensual, y todos los pobladores, sin discriminación por edad, se benefician con un plan de alimentación que incorpora cuotas especiales de carne y leche a la canasta subsidiada por el gobierno.
En un humilde comercio, Leydis Ramírez, una joven nacida y criada en Caimanera, despacha esos alimentos que la población adquiere con una cartilla de racionamiento similar a la del resto de la isla, pero con más cantidad de productos.
"Esto es un litoral de frontera a diferencia de otros lugares, porque en Guantánamo, que es la capital provincial, no están tan cerca de la Base como aquí en Caimanera", explica con el particular acento de los oriundos del oriente de la isla.
El hecho de tener tan cerca la frontera implica, además, que por razones de seguridad sea controlado el acceso a Caimanera, para evitar un incidente que aumente las fricciones entre Cuba y Estados Unidos.
Aunque quienes allí viven poseen un documento que les garantiza el acceso sin problemas, los visitantes necesitan de un permiso especial de las autoridades, que se solicita con varios días de antelación.
El documento recoge los datos de quien solicita pasar, las fechas de llegada y salida, así como el nombre del amigo o familiar a quien se visitará.
Esa es, además, una manera de evitar un intento de salida ilegal del país para cruzar la frontera, como sucedió a inicios de los años 90 y que, apunta, el maestro Machin, aún algunos acometen.
"Hay personas que se acercan a este municipio con el único objetivo de emigrar, aún considerando que pueden ser devueltos, debido a los acuerdos migratorios que se han firmado entre ambos gobiernos", señala.
Es que la Base está tan cerca que desde el litoral de Caimanera pueden verse algunas de sus instalaciones, y en la noche se aprecia sin dificultad el brillo de las luces del enclave militar.
Para muchos, como para Jorge Alvarez, un jubilado de 71 años que trabajó tres décadas en la cercana salina, la presencia de los militares estadounidenses es una fuente de irritación popular, pero que no puede cambiar la esencia de los pobladores de Caimanera.
"Vivimos en un pueblo bastante cercano a la Base, pero por lo demás, somos cubanos como otros cualquiera" , resume con firmeza.
Como quiera que sea, la estación naval norteamericana signa el devenir de la vida en Caimanera, el único pueblo que está en la frontera entre Cuba y Estados Unidos.