El viaducti Morando sobre edificios de viviendas (Luca Zennaro / AP)
Génova, Italia, 16/08/2018 (Pueblo en Línea) – El día después del trágico derrumbe de un tramo de dos centenares de metros del viaducto Morandi, en la concurrida autopista A10 en Génova, siguen los trabajos de los equipos de emergencia entre los escombros de un accidente que ha provocado la muerte de al menos 39 personas, según informan las autoridades italianas.
Sin embargo, estos trabajos se desarrollan con una sombra de peligro: que la estructura del cuestionado puente no ceda más. Un aviso que han reseñado este miércoles los bomberos que se hallan sobre el terreno: “un pilón del puente se está agrietando”. Un sistema de apoyo del viaducto que, según informa La Stampa, descansa precisamente entre edificios habitados de los distritos de Certosa y Sanpierdarena. En el derrumbe de este martes ya cedió el pilar principal del puente y los bomberos aseguran que el viaducto no se puede salvar: o bien se derriba, o colapsará por sí mismo, según recoge el diario La Vanguardia.
De hecho, los bomberos han dado la alerta cuando los vecinos de estas propias viviendas regresaban ordenadamente a sus hogares para recoger lo imprescindible para pasar más noches fuera de casa mientras sigue el trabajo de los equipos de emergencia: había que evacuar la zona porque el pilón podía ceder.
En este sentido, la policía ha ido ampliando la llamada zona roja para evitar nuevos daños personales y materiales, mientras el Ayuntamiento de Génova ya se plantea derribar definitivamente estos edificios de debajo del viaducto Morandi. “Tengo serias dudas de que las vivendas de debajo del puente puedan mantenerse en pie, no se pueden salvar porque el puente posiblemente será derribado”, explica el alcalde de la capital de la Liguria, Marco Bucci, que fija el reasentamiento de sus vecinos como “prioridad número uno”.
Son muchas las voces que en las últimas horas han recordado las deficiencias estructurales del también conocido como puente de Brooklyn de Génova, de más de 1,1 kilómetros de largo y con la carretera pasando a 45 metros de altura –alcanzando los 90 metros en sus torres de hormigón. Y es que inaugurado hace medio siglo, había sido objeto de incontables labores de mantenimiento, lo que le labró el apodo de puente enfermo.