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Saber hablar mandarín abre las puertas a muchas personas en Kashgar

Actualizado a las 21/12/2018 - 15:02
Palabras clave:Kashgar,puertas,hablar,mandarín

Kashgar, Xinjiang, 21/12/2018(El Pueblo en Línea) - Abulikem Pida entablaba debates en mandarín con otros aldeanos sobre qué es mejor: trabajar en casa o en ciudades más grandes. Lo hacía para mejorar su habilidad lingüística.

Abulikem, de 40 años, que vive en Innakash, un pueblo pobre de Kashgar, región autónoma Uygur de Xinjiang, se dio cuenta de la importancia del lenguaje en su negocio y quería mejorar sus habilidades en mandarín.

Abulikem trabajó en un restaurante en Zhenjiang, provincia de Jiangsu, durante un año y medio y pudo practicar en el trabajo.

"Después de viajar y trabajar fuera de Xinjiang y hacer amigos con personas en diferentes lugares, soy más consciente de la importancia del lenguaje", dijo.

"Solo si nos podemos comunicar entre sí podremos entendernos y aceptarnos de verdad".

Dos años después de regresar a casa, rara vez habló con otras personas en mandarín y gradualmente olvidó lo que había aprendido. Abrió una tienda de muebles y lo costaba mucho hacer un pedido y negociar, ya que la mayoría de sus proveedores hablan mandarín.

El primer secretario del Partido de la aldea, Liu Yuanxin, dijo: "Había una creciente demanda de lecciones de mandarín por parte de los aldeanos locales que querían poder comunicarse con otros chinos. Consideraban que era una habilidad deseable que les ayudaría a encontrar un trabajo mejor pagado".

Abulikem se inscribió en una escuela hace medio año. Asistió a clase, vio películas dobladas en mandarín e incluso entabló conversaciones y debates. Ahora puede decirle fácilmente a los proveedores qué muebles se venden mejor y puede comprar productos a un precio más bajo.

Liu dijo que enseñar mandarín a los residentes locales les ayuda a mejorar la comunicación entre grupos étnicos y también a obtener una mejor educación y encontrar mejores oportunidades de empleo.

Anihnim Tira, de 36 años, comenzó a estudiar en una escuela hace un año. Ella era propietaria de un taller de ropa con más de 60 empleadores. Quería expandir su negocio, pero el idioma era una gran barrera.

"Al aprender mandarín, tenemos acceso a muchas tecnologías nuevas y podemos presentar productos a más clientes", dijo Anihnim.

El pueblo ha atraído a varios negocios e inversiones, como una fábrica de ensamblaje de vidrio y un proyecto de cultivo de hongos, en los que todos deben hablar mandarín para dominar las habilidades.

"Muchas personas fueron a las fábricas después de estudiar en nuestra escuela nocturna. Los estudiantes se han beneficiado al aprender mandarín. Estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo para crear oportunidades y un entorno para que aprendan el idioma", dijo Liu.

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