RIO DE JANEIRO, 1 ene (Xinhua) -- Jair Messias Bolsonaro se convirtió hoy en el trigésimo octavo presidente de Brasil tras una larga trayectoria política, en la que pasó de ser un simple concejal en Río de Janeiro a ser la esperanza de millones de brasileños para acabar con la corrupción y la violencia en el país.
Nacido en el municipio de Glicério, estado de Sao Paulo (sureste) el 21 de marzo de 1955, Bolsonaro, hijo de una humilde familia de inmigrantes italianos y alemanes, fue registrado con el único nombre de Messias, ya que su madre tuvo un embarazo de riesgo y atribuyó a un milagro de Dios su nacimiento.
El nombre de Jair fue agregado posteriormente por sugerencia de un vecino, en homenaje a Jair Rosa Pinto, una de las estrellas de la selección brasileña de fútbol de la época y que cumplía años el mismo día que Bolsonaro.
El nuevo presidente de Brasil pasó su infancia entre varias ciudades del estado de Sao Paulo, siguiendo los pasos de su padre, quien intentaba ganarse la vida como dentista para sustentar a la familia.
Fue en el municipio de Eldorado Paulista donde la vida de Bolsonaro cambió, cuando en 1970 fue testigo de una gran operación que hizo el Ejército para capturar al guerrillero Carlos Lamarca, quien luchaba contra el gobierno militar y se había refugiado en ese lugar.
A los 18 años, Bolsonaro entró en la Escuela Preparatoria de Cadetes del Ejército, aunque la abandonó un año después para ingresar en la Academia Militar Agujas Negras para convertirse en paracaidista, tras lo cual fue destinado a servir en Río de Janeiro, ciudad en la que conoció a su primera esposa, madre de sus tres hijos mayores (todos ellos políticos) y en la que empezó su camino en la política.
En 1988, sin embargo, dejó el Ejército brasileño tras ser acusado de formar parte de un grupo que quería colocar pequeñas bombas en los cuarteles para protestar contra los bajos salarios de los militares.
Gracias a la popularidad que ganó al liderar la reivindicación militar por un aumento de salarios, Bolsonaro fue elegido concejal en el ayuntamiento de Río de Janeiro por el Partido Demócrata Cristiano (PDC).
Desde entonces, Bolsonaro ha protagonizado una ascensión en su carrera política, al ser elegido durante siete mandatos seguidos como diputado federal en un sinfín de partidos.
El Partido Social Liberal (PSL), al cual se afilió en enero pasado, es la novena formación política a la que pertenece.
Con un discurso, Bolsonaro se ha convertido en la esperanza de millones de ciudadanos que ven en él la solución para los problemas de inseguridad que hay en Brasil.
Pero, sus polémicas declaraciones le han rendido una treintena de pedidos de pérdida de mandato y tres condenas judiciales, aunque ello no impidió que recibiera casi 58 millones de votos en la segunda vuelta electoral el pasado 28 de octubre, al imponerse a Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT), con el 55 por ciento de los votos.
El pasado 6 de septiembre, el entonces candidato presidencial fue apuñalado en el abdomen en un acto de campaña, tras lo cual fue intervenido quirúrgicamente de urgencia.
Parte del electorado brasileño se identificó con la defensa de la moralidad, de la familia tradicional y de Dios impulsada por Bolsonaro y por su discurso de combate a la corrupción y la delincuencia.
Sus simpatizantes suelen destacar de él su autenticidad, su honestidad y la humildad ante la falsedad y las malas prácticas de la vieja política brasileña, a pesar de sus frases incendiarias que han levantado airadas polémicas.
Sus principales propuestas en la Presidencia son en seguridad, donde quiere permitir que la población tenga acceso a las armas para poder "defenderse", reducir la mayoría penal de los 18 a los 16 años, acabar con la progresión de las condenas y las salidas temporales de los presos.
En materia económica, defiende la privatización de las empresas públicas, la reducción de los impuestos y el control del déficit fiscal y la inflación, mientras que en educación quiere aumentar el número de escuelas militares y fomentar la "disciplina" en las aulas.
Bolsonaro tiene cinco hijos, tres de los cuales ya son legisladores: Eduardo, quien es diputado federal; Flávio, recién elegido senador, y Carlos, concejal en el municipio de Río de Janeiro.