Paloma Sánchez presenta el Album de 10 años de Creatividad de su marca (Xinhua/Zhang Yuanpei)
BEIJING, 16 ene (Xinhua) -- Los collares de esmeraldas, anillos de tectita y pendientes de perlas de agua dulce son algunas de las joyas artesanales con elementos chinos creadas por Paloma Sánchez, una gemóloga y diseñadora de joyas española afincada en Beijing.
La joyería que lleva el nombre de la dueña está en la zona comercial y de embajadas Nali Patio, en el animado centro de Sanlitun. Sánchez, gemóloga del Instituto Gemológico de América, siempre busca piedras que representen su carácter natural individual y la calidad de sus diseños.
Hasta la fecha ha ideado cuatro colecciones con elementos chinos. "La primera colección de joyería con esmeraldas solamente chinas lo hice yo", presume.
Las piedras preciosas proceden de la provincia suroccidental de Yunnan, donde destacan por su calidad superior.
En otra colección la gemóloga emplea la técnica tradicional china del tian tsui, que hace uso de pequeñas plumas de martín pescador. Los chinos las utilizaban como incrustaciones para adornar horquillas, abanicos o pantallas en la dinastía Qing (1644-1911).
"La cultura china en general me ha influido muchísimo", explica Sánchez, que fundó la joyería en 2008, cuando estalló la crisis financiera mundial, algo que no arredró a la emprendedora, "Sé lo que quiero", se dijo entonces.
"Vi que en China había dinamismo, alegría, ganas de avanzar, de trabajar, de hacer cosas con Europa", recuerda.
La empresaria admite que al principio tuvo muchas dificultades, pero también apoyos. "Los chinos son un pueblo que ayuda mucho. Si te ven que eres una persona luchadora y que lo mereces, te respetan y te ayudan", asegura.
En los primeros dos años tras abrir el establecimiento, Sánchez tenía sobre todo clientes extranjeros. Entonces los chinos buscaban más las marcas conocidas.
Esto, poco a poco, ha ido cambiando. Ahora el 90 por ciento de los clientes son chinos que quieren piezas exclusivas. Conocen la marca por el boca a boca. "Cuando la creé, ya sabía que no quería una marca de masas, sino joyas exclusivas para clientes exclusivos", explica.
Sánchez tiene ahora tiendas en Beijing, París y Dubái. Y la experiencia de 30 años trabajando en el mercado de la joyería y los productos de lujo.
"China tiene una clase media cada vez más numerosa. Los clientes están más formados", constata.
Para ella, el lujo no significa dinero, sino educación y capacidad de apreciar.
"Aunque la economía se está ralentizando, todavía sigue creciendo con muchísima más fuerza que en cualquier país del mundo; sigue habiendo ocasiones como cenas, fiestas y eventos donde la gente puede lucir las joyas. Mi negocio ha florecido mucho. En otros lugares ya no hay esta alegría de vivir", lamenta.
Además, según la gemóloga, China es un país muy seguro. "La gente puede llevar joyas por la calle y no pasa nada", afirma.
Tiene clientes del mundo de la gran empresa, la arquitectura, la abogacía o el cine. A su entender, muchas mujeres chinas están en puestos muy importantes en sus compañías y quieren realizarse. "Las mujeres chinas siempre han sido bastante más independientes que las occidentales", opina.
Desde la pequeña tienda se ve el entendimiento cultural entre los pueblos de los dos países. Los chinos siempre han asociado España con los toros, el fútbol o el jamón. Pero cuando hablan de diseño de lujo, solo pensaban en Francia o Italia.
"Ahora, en mi pequeño nicho, ya piensan que España también tiene algo que decir en cuestión de lujo y diseño", celebra.
"Esa es mi pequeña aportación al entendimiento y comprensión de nuestras dos culturas", concluye la joyera.
(Web editor: Felipe Chen, Rocío Huang)