BRASILIA, 9 abr (Xinhua) -- El gobierno del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PSL), llegará mañana miércoles a sus primeros 100 días de mandato con el desafío de conformar una base parlamentaria de apoyo a los proyectos enviados al Congreso.
Entre estos proyectos, esenciales para cumplir sus promesas de campaña, están la reforma de pensiones, un paquete de medidas de combate a la criminalidad, la flexibilización de las reglas para la posesión de armas y el desbloqueo de las concesiones de subastas de puertos y aeropuertos.
A la luz de la opinión pública, las propuestas se han visto empañadas por una sucesión de polémicas que retrasaron la articulación de una base de apoyo.
Oficialmente, solo el PSL de Bolsonaro y el partido Demócratas (DEM) del jefe de gabinete, Onyx Lorenzoni, se cuentan entre las bancadas que se declaran oficialistas, mientras que otras fuerzas conservadoras, próximas al gobierno, lo apoyan de forma parcial.
En el contexto del Congreso más fragmentado de la historia brasileña, con 30 partidos políticos en la Cámara de Diputados, la base efectiva del gobierno es aún demasiado reducida.
En el comienzo del año legislativo, en febrero pasado, el presidente abrió un frente de tensión con el Congreso al calificar a sus ex colegas en la Cámara como representantes de la "vieja política", asociando el término a la corrupción.
El uso ostensivo de las redes sociales por parte de Bolsonaro y de sus hijos, con fuertes ataques a potenciales aliados y a menudo, al parecer, por impulso, preocupó al núcleo militar del gobierno, considerado el más moderado.
De acuerdo con el politólogo Luiz Alberto dos Santos, consultor legislativo del Senado Federal, el saldo es "un escenario de reducción de la gobernabilidad, ya percibido en encuestas que apuntan a una caída de popularidad del presidente y de la aprobación del gobierno, y la inestabilidad de las bolsas de valores y de la cotización del dólar".
Una encuesta divulgada el fin de semana por el instituto Datafolha apuntó que el gobierno es considerado óptimo o bueno por 32 por ciento de los ciudadanos, el menor nivel para el periodo desde la redemocratización de Brasil en 1985.
Al mismo tiempo, 59 por ciento de la población aún considera que Bolsonaro hará una gestión óptima o buena, un poco por debajo del nivel registrado antes de asumir el cargo, cuando alcanzaba 65 por ciento.
El analista político Alberto Almeida, autor de libros como "La cabeza del brasileño", señaló que el deterioro en la imagen del gobierno ocurre en todos los segmentos, con énfasis en la reducción de las expectativas por las dificultades que aparecen para la aprobación de la reforma de pensiones.
Las desavenencias entre el gobierno y el Legislativo alcanzaron su punto máximo dos semanas atrás, con declaraciones cruzadas en duros términos entre Bolsonaro y el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, del aliado DEM.
Como resultado, Maia decidió apartarse del trabajo de articulación para lograr una base de apoyo parlamentaria para la reforma de pensiones, lo que pone más incertidumbre a la tramitación del proyecto prioritario para el ministro de Economía, Paulo Guedes.
El ministro Lorenzoni, quien asumió la responsabilidad de centralizar el diálogo con el Congreso, prometió limar las aristas y aseguró que las fricciones entre el Ejecutivo y el Legislativo "son cosas del pasado".
El gobierno anunció la creación de un Consejo Político, formado por representantes de partidos, con la misión de contener eventuales crisis, y abrir el diálogo para debatir la distribución de cargos en altos niveles de los ministerios y los órganos públicos.
"El gobierno sabía que iba a encontrar dificultades por haber montado un esquema diferente de lidiar con el Congreso. Decidimos asumir el riesgo, que era un riesgo controlado. Los cargos ya están a disposición, solo que necesitan ser personas técnicas", dijo Lorenzoni la semana pasada.
Después de perder popularidad, Bolsanaro decidió además cambiar el mando de la Secretaría de Comunicación e invertir en una campaña publicitaria para promover la reforma de pensiones en los medios de comunicación tradicionales, con los que se enfrentó en los últimos tiempos.
El gobierno prometió presentar un balance de las acciones tomadas en los primeros 100 días, anticipado en sus líneas generales por el propio presidente en una entrevista radial este martes.
Bolsonaro dijo que sus auxiliares están haciendo "un óptimo trabajo" y que le gustaría que hubiera más rapidez en los resultados.
Afirmó que fueron concluidas el 95 por ciento de las 35 metas estipuladas en enero de este año para los 100 primeros días, una evaluación que fue cuestionada por analistas y legisladores.
El consenso en el medio político es que, para poder avanzar efectivamente en las áreas más demandadas por sus electores (crecimiento económico y creación de empleos, seguridad pública, salud y educación), el gobierno precisará redoblar los esfuerzos para estructurar alianzas con otras fuerzas políticas