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Nueva York, 10/05/2019 (El Pueblo en Línea) - La ira puede ser más dañina para la salud de una persona mayor que la tristeza. Un nuevo estudio publicado en « Psychology and Aging» demuestra que la ira aumenta la inflamación, que se asocia con enfermedades crónicas como las enfermedades cardíacas, la artritis y el cáncer, destaca ABC.
«A medida que envejecemos, no podemos hacer las actividades que una vez hicimos, o podemos experimentar la pérdida de un cónyuge o una disminución de su movilidad física, lo que puede hacernos enfadar», señala Meaghan A. Barlow, de la Universidad de Concordia (EE.UU.) y autora principal del estudio. «Nuestro estudio mostró que la ira puede conducir al desarrollo de enfermedades crónicas, mientras que la tristeza no».
Los investigadores examinaron si la ira y la tristeza contribuían a la inflamación, una respuesta inmune del cuerpo a amenazas percibidas, como infecciones o daños en los tejidos. Si bien la inflamación en general protege el cuerpo y ayuda en la curación, la inflamación de larga duración puede conducir a enfermedades crónicas en la vejez.
Tras analizar 226 adultos mayores de 59 a 93 años a los que sometieron a breves cuestionarios sobre cómo se sentían cuando se enojaban o entristecían, los autores también analizaron la inflamación en las muestras de sangre y preguntaron a los participantes si tenían alguna enfermedad crónica relacionada con la edad.
«Este estudio demuestra que no todas las emociones negativas son inherentemente malas y pueden ser beneficiosas en ciertas circunstancias», comenta.
«La ira es una emoción energizante que puede ayudar a motivar a las personas a perseguir objetivos de vida. Los mayores pueden usar esa ira como combustible para superar los desafíos de la vida y las pérdidas emergentes relacionadas con la edad, y eso puede mantenerlos más sanos.
La ira se vuelve problemática para los adultos una vez que alcanzan los 80 años, sin embargo, es cuando muchos experimentan las pérdidas de sus seres queridos y algunos de los placeres de la vida».
Y concluyen: «si entendemos mejor qué emociones negativas son dañinas, no dañinas o incluso beneficiosas para los mayores, podemos enseñarles cómo hacer frente a la pérdida de una manera saludable».